Mediofondo tras moto

Una imagen clásica del mediofondo en los años 50. Foto: Viquipèdia

A pesar de que ahora mismo es una disciplina minoritaria, incluso marginal, el mediofondo tras moto -stayer, en su denominación anglófona- fue una de las tres pruebas del programa del primer Mundial, allá por 1893, se mantuvo en el programa en todas las ediciones siguientes -aunque la prueba amateur no se disputó entre 1915 y 1957- hasta que desapareció definitivamente en 1994. Y es que las altas velocidades del binomio moto-ciclista convertía la disciplina peligrosa en muchos velódromos, sobre todo en los de 250 metros que comenzaron a ser los más habituales. De hecho, casi ninguno puede considerarse plenamente seguro por encima de los 80 kilómetros por hora, aunque el de Zúrich -dicen- soporta bien velocidades cercanas a los 100.

Y aunque existe todavía un Campeonato de Europa, la disciplina solamente tiene bastante implantación en Alemania, y algo menor en Países Bajos, Francia o Suiza. En España desapareció totalmente, aunque en su momento fue mayoritaria en los velódromos mallorquines, de donde salió el inolvidable Guillem Timoner, con seis títulos mundiales, pero también una excelente generación de sucesores, como Miguel Mas, campeón en 1965, Toni Cerdá, bronce en 1969, Miguel Espinós, tercero en 1974 y segundo en 1975, o Tomeu Caldentey, doble subcampeón mundial, todos ellos en la categoría de aficionados.

Fotografía de un reciente Europeo,
en el momento crítico del adelantamiento

Precisamente Caldentey, con siete títulos, es el más laureado en los Campeonatos de España, entre otros motivos porque no se disputó entre 1950 y 1964, la época del dominio de Timoner, que logró su quinto entorchado en 1984, ya con 58 años. A nivel mundial el de Felanitx es el segundo piloto más laureado, solamente por detrás del británico Leon Meredith, ganador de siete títulos amateurs a principios del siglo XX. Entre los últimos grandes campeones, el australiano Danny Clark, que también brilló en pruebas tan distintas como el keirin o la puntuación.

¿Y en que consistía/consiste la prueba? Como siempre, en ir lo más rápido posible, en este caso detrás de una moto con cilindradas entre los 500 y los 1.000 cc, aprovechando la aspiración de la misma. Por ello, en la Normativa UCI se expone muy detalladamente las características de la moto como de la vestimenta -de cuero- del motorista, piloto o ‘pacemaker’. Motos que, por cierto, proporciona la organización poco antes de comenzar la prueba al motorista que no debe ser mayor de 65 años y debe tener la correspondiente licencia.

Y es que el motorista es un elemento clave. No sólo debe estar coordinado con su corredor para saber cuándo tiene que acelerar para un ataque o cuando ahorrar esfuerzos, sino que los más experimentados, con sus movimientos de hombros y brazos, puede generar corrientes de aire que no sólo benefician al que va detrás, sino que pueden convertir en imposible un ataque de un rival. De ahí que sea de vital importancia la posición de salida en una manga o en la final, ya que supone un mayor número de corredores a superar. Y es en estos momentos cuando cobra importancia la tercera línea longitudinal del velódromo, la línea de ‘stayers’ o de demarcación, ya que solamente se puede rodar por encima de la misma en estos adelantamientos.

Toni Mora, posiblemente el mejor piloto de la historia, durante
una exhibición en Mallorca en 2012, con su hija María. Foto: RM

Por otro lado, la moto dispone de un rodillo, que también está ampliamente regulado, que se situará entre 600 y 800 mm del eje de la rueda trasera: cuanto más cerca esté, mayores velocidades se alcanzan, por lo que lógicamente tiende a retrasarse en velódromos menos ‘rápidos’.

Y finalmente está la posición del ciclista, en la que se destaca que la horquilla está inclinada hacia dentro para absorber un posible impacto contra el rodillo, y que muchas veces está reforzada con una barra adicional. La posición del ciclista no es tan aerodinámica como pensaríamos que debería de ser a tan altas velocidades: y es que al estar erguidos favorecen las corrientes traseras que a la postre les ayudan a avanzar mejor.

Las competiciones constan de unas series clasificatorias que determinan los finalistas, en un máximo de ocho, aunque en los Mundiales también solía haber una repesca para completar la serie decisiva con quienes no hubieran logrado. Igualmente se programa una final B. Las distancias varían incluso en el mismo evento, con una duración habitual de 50 km. o de una hora para la final.

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