Velódromos en España (XV): Mallorca, la historia viva de nuestra pista

Son muchas las razones que nos permiten considerar a Mallorca como el epicentro de la pista española, no sólo en la actualidad, gracias a esa maravilla que es el Velodrom Illes Balèares –ese Palma Arena, de infausto recuerdo, para entendernos- y a la labor que realizan la Escola Ciclista Joan Llaneras y la FCIB, sino desde los inicios de esta modalidad, y con una amplísima actividad que llevó al ciclismo en pista a ser el deporte más popular de toda la isla en los años cuarenta y cincuenta.

Foto de 1921, de Heraldo Deportivo, recogida en Wikipedia

Por ello, antes de entrar a analizar el estado actual del ciclismo en pista en Baleares –especialmente en Mallorca-, creo que es de justicia recordar esos años dorados, comenzando por El Tirador, un velódromo sobre el que ya escribí hace unos años en Uluru, debido a su posible demolición y a la oposición de los grupos que querían preservar su recuerdo. Y es que, aunque está sin uso desde 1973, y se trata de una instalación absolutamente obsoleta pero no ruinosa, estamos hablando del velódromo más antiguo de España que aún sigue en pie -y el decimotercero del mundo-, aunque corresponde al de Tortosa (1943) el de ser el más ‘veterano’ en actividad.

Fue inaugurado el 10 de agosto de 1903 en un terreno de la sociedad Veloz Sport Balear, que sigue siendo la propietaria de este recinto. No fue, sin embargo, el primer velódromo de Palma, ya que en 1893 se había levantado el de Son Espanyolet –promovido por la Sociedad Velocipedista de Palma-, aunque era bastante más modesto en aforo y dimensiones -150 metros de cuerda- que El Tirador -333,33 metros y 2.000 espectadores-, que pronto se convirtió en la joya del ciclismo balear en su época de oro, albergando numerosos Campeonatos de España… y llenándose hasta la bandera en cuantas competiciones se organizaban. De hecho, en 1904 ya acogió el primer Nacional e incluso se planteó en varias ocasiones poder ser el escenario de un Mundial que, desgraciadamente, nunca llegó.

Su actividad fue disminuyendo en los años sesenta y el estado de la pista, deteriorándose, hasta que llegó la orden de clausura gubernativa en 1973. A nivel nacional ya había dejado de ser el referente, tras la inauguración del velódromo de Anoeta, en 1965, el primero cubierto en nuestro país. Por cierto, existe una publicación –del año pasado- titulada “El velòdrom de Tirador. Una història de l'esport a Mallorca”, publicado por Manuel García Gargallo en Illa Edicions que me gustaría leer para conocer las microhistorias de aquel macrorecinto.

Foto de la web especializada Habitaclia, publicada en Ultima Hora

Pero no ha sido el único gran velódromo en Mallorca. En 1935 se inauguraba el de Campos, precisamente la localidad natal del que fuera presidente de la RFEC Juan Serra, al que acompañarían en años siguientes otras instalaciones como Manacor, Santa María, Villafranca o, ya en los años setenta, Algaida. Tal y como nos cuenta el propio Serra “había competiciones todos los domingos, sobre todo de tras moto, que era una especialidad que nos entusiasmaba –nos cuenta que en casa tiene aún cinco stayers-, pero también americanas, eliminaciones, puntuaciones…” El ciclismo en pista comenzó a decaer en los años sesenta, aunque luego tuvo un nuevo auge “hasta que Verbruggen sacó el mediofondo de los Mundiales en los años noventa y se acabó todo”. Curiosamente el de Campos, conocido como Sa Pista, fue comprado por el industrial balear Andreu Oliver, precisamente el constructor del de Algaida, al que dio nombre, por lo que hubo una cierta confusión entre ambos recintos.

De aquellos velódromos, todos están desaparecidos, derruidos, o, como pasa con los de Campos y Algaida, cerrados y a la venta, esperando para edificar. Claro que, con el velódromo municipal de Palma, conocido como Son Moix, construido en 1987, y el otrora llamado Palma Arena, desde 2007, tampoco se puede decir que se hayan echado en falta estos recintos… salvo para los nostálgicos. Pero de ese presente ya hablaremos en un nuevo post.