Historia de la pista en los Juegos Olímpicos (I): El francés Masson, protagonista en Atenas, con tres triunfos y tres medallas ... de plata

Aunque los Juegos Olímpicos terminarán finalmente aplazándose varios meses o un año, comenzamos hoy esta serie sobre la historia del ciclismo en pista desde Atenas 1896 para dar a conocer la importancia de nuestro deporte en el olimpismo y recordar a los grandes protagonistas en los velódromos que han acogido las distintas ediciones de los JJOO. Y para entretenernos un poco en estos días de confinamiento. 

Masson. Foto Public Domain / Wikipedia.
Con 21 años, el francés Paul Masson fue el primer gran héroe del ciclismo olímpico, al llevarse tres de las cinco medallas en liza del ciclismo en pista en los primeros Juegos Olímpicos, Atenas 1896. Unas medallas que, curiosamente, entonces eran sólo para el ganador, y además de plata.

Se da la circunstancia que solamente un pistard ha superado este record -el estadounidense Marcus Hurley en 1904, cuando ganó cuatro oros- y aparte del también francés Robert Charpentier, solamente los ya legendarios Chris Hoy (2008) y Jason Kenny (2016) se llevaron tres títulos en una misma edición.

Los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna contaron con 176 participantes -todos hombres- de 12 países y con 9 deportes, de los que uno era el ciclismo, que tuvo una prueba en carretera y cinco en pista, con 19 participantes de 5 naciones: Austria, Francia, Alemania, Estados Unidos y Grecia.

Se desarrollaron entre el 6 y el 15 de abril y fueron inaugurados por el rey Gorgios I, quien dispuso de un ‘reservado real’ en el Velódromo Neo Phaliron, recién construido para la ocasión en las cercanías de El Pireo, el puerto ateniense, con una cuerda de 333,33 metros, aunque con un peralte muy poco pronunciado. Un espacio que actualmente acoge el Estadio Karaiskakis, del Olympiakos

Velódromo Neo Phaliron. Foto Public Domain / Wikipedia.
El primer oro de Masson llegaba en la llamada velocidad, aunque en realidad fue un sprint directo de cuatro participantes, sobre seis vueltas (dos kilómetros) al imponerse por delante del ídolo local, Stamatios Nikolopoulos, y del también galo Leon Flameng.

En la prueba de 10 kilómetros, con seis corredores, Masson volvía a superar a su compatriota Flameng en un final muy apretado, de los que hoy necesitaría foto-finish, con el austriaco Adolf Schmal, tercero.

Finalmente, en la contrarreloj de una vuelta, es decir 333,33 metros, con ocho participantes, Mason se imponía con un tiempo de 24 segundos, por delante nuevamente de Nikolopoulos y de Schmal, que al marcar un mismo tiempo de 26 segundos -no había más precisión- tuvieron que desempatar en una carrera particular.

Con Fleming. Foto Public Domain / Wikipedia.
También intervino como ‘marcapasos’ de su compatriota Fleming en la prueba de los 100 kilómetros, ya que se autorizó la presencia de ciclistas o tándems que marcasen el ritmo, lo que dio una clara ventaja a algunos, especialmente a galo, que superaba en 11 vueltas al griego Georgios Koletis. El resto de los nueve participantes no terminaron.

Como anécdota diremos que tras su éxito olímpico se pasó al profesionalismo -lo que significaba no poder volver a participar en unos Juegos-. Quizá por ello cambio adoptó el nombre de Nossam, es decir Masson al revés, aunque tampoco tuvo demasiados éxitos en los velódromos.

En la última prueba, la de 12 horas, el triunfo fue para Schamal, aunque en este caso con una ventaja de poco más de una vuelta sobre el británico Frederick Keeping. Los otros cinco corredores no acabaron. Aquí no estuvo Masson, ni como ciclista ni como guía.


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