También el velódromo de Madrid vibró con 'El relojero de Ávila' (DEP)

De buena mañana nos hemos encontrado con la noticia del fallecimiento de Julio Jiménez, uno de los mejores escaladores de todos los tiempos, con el que apenas tuve la ocasión de intercambiar un par de frases en toda mi vida, pero del que todos dicen que refleja fielmente ese dicho de ‘mejor persona que ciclista’.


Un escalador que, como todas las grandes figuras de su época, también tuvo que pasar por los velódromos, donde el público pudiera disfrutar con su ídolo. Fue en 1967, en los Seis Días de Madrid, pocos meses después de quedarse a 3:40 de la victoria que recayó en Roger Pingeon. Un Tour que se corría nuevamente por selecciones nacionales, y quizá ello fue la causa de que ‘El relojero de Ávila’ se quedase sin ser el segundo español en ganar la ‘grande boucle’: de haberse corrido por equipos, con Julio en el potente BIC, seguro que el resultado habría podido ser otro muy distinto.

Los Seis Días de Madrid -del 30 de octubre al 5 de noviembre- se interesaron por él, lo que le reportaría unos ingresos extra que nunca iban mal. Y BIC le arropó con uno de sus mejores rodadores, Robert Lelangue, con el fin de que no desentonase en la pista. Pero la experiencia no fue especialmente afortunada para Julito: una caída el penúltimo día le supuso varias magulladuras y un fuerte dolor lumbar; otra, el último día, le dejó sin terminar la prueba.

La prensa de aquellos días recoge con mayor extensión la publicación de ‘Mis memorias’, un volumen escrito por Chico Pérez que le acompañó durante el Tour de Francia recogiendo los pormenores de su vida. Unas memorias que curiosamente tuvieron un detractor en la persona del cura de la parroquia de Santiago de Ávila, donde fue bautizado, hecho que no aparecía en la narración y que provocó la correspondiente carta de amonestación, que seguro que el bueno de Julio se aprestaría en corregir.

Descanse en paz

La foto está tomada del libro 'El halcón de las murallas', de Juan Oses, y que me regaló otro grande recientemente desaparecido, Chema Bermejo. Que me perdone el atrevimiento de usarla, pero creo que es lo suficientemente ilustrativa de esta experiencia.

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