Paralelismos, con notables diferencias, del ‘joshi’ keirin y el masculino

Campaña publicitaria tras el cambio de nombre

El próximo fin de semana, del viernes 25 al domingo 27 abril, se disputa en Gifu la primera de las cuatro grandes citas G1 del Girls Keirin, la All-Girl Classic, el circuito femenino de esta disciplina que, aunque aún está muy lejos en todos los sentidos del masculino, cada vez tiene un mayor seguimiento.

Una competición femenina cuyos origines coincidieron con la masculina, ya que también hubo corredoras en aquella histórica cita de Kokura en 1948 y en años posteriores, con estrellas como Sayoko Shibuya y Kazuko Tanaka, que ganaban casi tanto como sus colegas masculinos. Sin embargo, el rechazo por parte de algunos sectores ‘puristas’ contra el keirin golpeó muy fuerte en contra el ‘joshi keirin’, el de las mujeres, a las que primero se limitó la edad máxima y luego se difundieron rumores de que pactaban para no perder y quedarse sin su licencia profesional -algo que podía suceder si no entraban entre las tres mejores quince veces seguidas-. A mitad de los cincuenta las solicitudes femeninas prácticamente desaparecieron y en 1964 la Nihon Jitensha Shinkōkai (NJS, Asociación Japonesa de Keirin) tomó la decisión de dejar de organizar pruebas femeninas, dejando en la calle a un millar de profesionales, algunas de las cuales, como bien se cuenta en ‘War of wheels’ prefirieron decir que habían competido en otros deportes prohibiendo a sus hijos decir las palabras keirin o velódromo. Paradójicamente el año en que Japón comenzó a dar imagen de modernidad con sus primeros Juegos Olímpicos.

Tuvieron que pasar casi 50 años para que volvieran a ver la luz. El keirin era ya mundialista desde 2002 y en 2010 sorprendió el anuncio de que se comenzaran a admitir alumnas en la Escuela de keirin, con una primera promoción de 33 atletas, la mayoría procedentes de otros deportes. En 2012, año en que el keirin femenino también se introdujo en el programa olímpico de ciclismo, volvía a celebrarse una competición femenina, en concreto el 1 de julio en el velódromo de Keiokaku, en Tokio, carreras que serían agrupadas en el circuito Girl’s keirin, con un genitivo sajón bastante sui-generis, que se corrigió en 2023.

Collage en la web oficial de Girls Keirin/Keirin Marche con imágenes de estos doce años
En la actualidad hay 197 corredoras profesionales, aunque, al contrario de los hombres, sin categorizar. La otra diferencia fundamental radica en el material, ya que las mujeres no están obligadas a llevar los tradicionales cuadros de acero y pueden competir con las mismas máquinas de carbono que se llevan en las pruebas internacionales. Eso sí, con la misma indumentaria por colores y con un máximo de siete ciclistas por carrera.

Las que sí tienen clases son las competiciones, con cuatro pruebas G1: la mencionada All-Girl Classic, la Pearl Cup, en Kishiwada, del 17 al 19 de junio, el Women's All-Star Keirin, en Utsunomiya, del 8 al 10 de agosto, y el Keirin Festival Women's Championship, de Kokura, del 19 al 21 noviembre. Las ganadoras de estas citas, así como las mejores en el ranking anual de ganancias, tendrán su oportunidad en el Girls Grand Prix, un día antes de la gran prueba masculina, y que tuvo a Riko Kobayashi, una antigua jugadora de softball, como primera vencedora.

Y entre los casi dos centenares de corredoras actuales, tres se destacan por encima de todo: la veterana Hiroko Ishii, de 38 años, ganadora de la última edición del Grand Prix por el que se llevó casi 87.000 euros, con lo que terminó el año con unos premios equivalentes a 217.937 euros; Aoi Kodama, triple ganadora de la gran cita y que en pocos días cumplirá los 30 años, y la más popular por sus éxitos en el keirin internacional, Mina Sato, de 26, ganadora en 2023 y campeona del mundo UCI vigente.

Tres de las más destacadas corredoras actuales, Kodama, Sato e Ishii, como ganadoras del Girls Grand Prix

La comparación con la rama masculina sigue mostrando esa tremenda desigualdad, ya que Yūsaku Koshō se embolsó casi 851.000 euros al ganar el Keirin Grand Prix y lograr al término de la temporada un montante de casi 2,33 millones de euros. Pero es en el promedio donde más se nota, ya que los 685 pilotos con el estatus S tuvieron una media de premios anuales de 145.208€, y los de clase A, 69.404 euros, mientras que para las féminas fue de 60.768 euros.

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