Erik Martorell, en busca de la confirmación en Fiorenzuola: “En la pista me siento muy cómodo y nadie me puede desenganchar”

Pasito a pasito, sin grandes estridencias, Erik Martorell Haga (26 de junio de 1998) se está convirtiendo en uno de los valores más sólidos de la pista española, una disciplina en la que se siente realmente cómodo, como nos cuenta en esta larga pero jugosa entrevista. Tras ganar dos medallas de bronce en el Campeonato de España de Tafalla -una de ellas, la de persecución, le valió para llevarse el maillot sub23-, desde mañana busca la confirmación en los Europeos de Fiorenzuola d’Arda.

Hijo de catalán y de noruega, ¿de dónde procede esta ‘mezcla’?

Cuando era estudiante, mi madre estudiaba castellano y lo suspendió, por lo que vino unos meses a España para mejorar el idioma. La familia con la que estaba de canguro veraneaba en el mismo pueblo que mi padre, se conocieron y desde entonces… Voy mucho por Noruega, a veces tres o cuatro veces al año y antes me pasaba los veranos enteros. Pero ahora como quiero correr todo lo que puedo, se me hace difícil combinarlo. Eso sí, lo que cumplo al cien por cien es ir un año si y otro no en Navidad. Me llevo la bici y el rodillo, y allí entreno también gimnasio o esquí de fondo. Pero sí, hablo noruego a la perfección y puedo entender sueco y danés. Por cierto, mi madre es mi mayor fan. Está pendiente de la actualidad ciclista más que yo.

¿Y cómo empezaste en pista?

De pequeño salía mucho en mountain bike con mi padre, pero sólo podía hacerlo los fines de semana, por lo que comencé a ir al velódromo de Mataró, que me pilla cerca, como una forma segura de entrenar cuando quisiera. Empecé muy pequeño, de alevín o infantil y hoy en día sigo rodando en Mataró, que es mi casa, a pesar de ser un velódromo de 200 metros y estar la pista como estaba.

A nivel de competición, pronto llegaron los éxitos…

Si, desde cadete llevo consiguiendo medallas en pista. Pero la más valiosa fue la que conseguí en junior, como subcampeón de España de puntuación -Valencia 2016-. Venía de un año difícil y fue una alegría, un golpe de confianza que necesitaba en ese momento. Demostrarme de que era capaz. A raíz de eso asistí a un par de concentraciones con la Española que no derivaron a nada finalmente.

Segundo tras Albert Torres

Ya como sub23, continuó la progresión y el año pasado, también en Valencia, te llegaba tu primer título, en scratch, al quedar segundo detrás de Albert Torres. ¿Cómo lo viviste?

Mi primer año como sub23 me lo pasé en blanco, por un atropello, y el segundo fue como volver a empezar, como pasar de junior. Y fue difícil porque siempre me ha faltado confianza. Sé que voy rápido y lo puedo ir más, pero no me lo acabo de creer. El año pasado por fin hice un buen año de carretera, y llegaba al Campeonato después de hacer un top10 en Vuelta a Valencia, con mentalidad de “se van a enterar”. Y ese scratch no fue mi mejor carrera, sino que corrí con cabeza y gané el sprint del grupo a Cañellas. Con un 52x15, que suena a broma, pero quiero recalcarlo, porque siempre llevo mucha cadencia.

Saltamos un año y llegamos a Tafalla. ¿Qué balance haces del Campeonato?

Me veía capacitado y con piernas de hacer medalla en todas las pruebas de fondo. Venia en buena forma y tranquilo. Sin presión de tener que hacer algún tipo de puesto o medalla, ya que tenía asegurada la plaza para el Europeo, por lo que mi objetivo paso a ser ese. Pero el primer día del Campeonato me sentí fatal, revuelto y no sé si intoxicado de alguna forma, porque soy alérgico al gluten. En la persecución salí a arrancar tranquilo y a intentar hacer 17 por vuelta. Iba muy justo para clasificarme, por lo que puse un ritmo más fuerte en la seis últimas vueltas, haciendo el mejor último kilómetro de toda la clasificatoria. Pero no acabé con la sensación de vacío de una buena persecución, sino de morirme, de lo mal que me encontraba, vomitando un par de veces. Por la tarde ya me sentía mejor, me empleé con la misma táctica, pero con un puntito más, ya que a 17 por vuelta iba demasiado fácil. Luego apreté en las últimas seis vueltas, y así salió, que bajé en cinco segundos mi tiempo de la mañana. Eso sí, en la persecución salí con un par de dientes más de lo que te decía antes.

¿Y el scratch?

Llámalo despiste o exceso de confianza, pero a tres o cuatro vueltas del final estaba detrás del grupo, que iba muy estirado. Tanto a mí como a Raúl (García)l nos pilló el toro, y cuando nos dimos cuenta comenzamos la remontada, pero sin poder con un Cañellas que lanzó desde la tercera o cuarta posición. Tengo claro que tanto Raúl como yo podríamos haber ganado de haber estado bien colocados y no quedarnos sin fuerzas por la remontada.

Con los ‘deberes hechos’ ¿cómo fue el resto del Campeonato?

La mañana de la eliminación tenía pocas ganas de correr. No quería jugármela en una prueba en la que es fácil sufrir una caída y al mismo tiempo quería reservarme para la puntuación. Por ello, después de hablar con el técnico y con mi entrenador, la afronté como un entrenamiento, cogiendo la cabeza y tirar a buen ritmo. Creo que fui quien más vueltas pasó en cabeza. Hasta que me cansé, me dejé ir y así terminó la eliminación. Y en la puntuación, todos estaban pendientes de Llaneras, pero sabía que le podía ganar. Para él era su prueba, la que quería ganar. Y aparte de ser muy bueno, es el que más sabe en este juego de la pista. Con diferencia. Pero fue una prueba extraña, que se cortó en dos grupos, sin saber qué era cabeza y que no. No estaba claro para nada, no sabía quien iba por delante y mi recuerdo es de no entender nada. Haciendo rodillo tras la prueba miré a Llaneras y los dos hicimos el mismo gesto. A pesar de todo, acabé contento los Campeonatos, pensando en los Europeos, que era lo que me importaba.

“Como un Dios”

¿Cómo te definirías como pistard?

Soy un corredor duro, con un sprint guapo. Llevo muchos años haciendo pista y en los velódromos me siento como un Dios, que puedo hacer lo que quiero y como quiero. En la pista me siento muy cómodo y nadie me puede desenganchar. ¿Mis pruebas favoritas? No tengo ninguna en especial, aunque el ómnium es la fundamental para cualquier fondista, ya que engloba varias pruebas distintas y con ello se define al mejor. Pero también me encanta la madison, la puntuación, porque tienes que saber mucho y no estar sólo fuerte, la persecución por equipos, porque siento todo lo que puedo aportar… Incluso el keirin, por esa sensación de velocidad cercana al descontrol que me encanta. Otra cosa muy distinta es que sea capaz de correrlo.

¿Qué tal llevas ahora la compatibilidad con la carretera?

El año pasado completé una gran temporada, como te he dicho, pero todavía siendo que llevo un poco de retraso como sub23 por ese primer año en blanco. Lo mejor es que disputé carreras, incluso gané, y me vi todo el año con los mejores. Pero en carretera no me veo ganador, ese ciclista que gana 4 o 5 pruebas. Pero mis compañeros y directores saben la progresión que he hecho.

La temporada, no obstante, acabó mal y el 2020 tampoco empezó de la mejor forma…

Si, por el accidente de mi amigo -se refiere a Modest Capell, que falleció al chocar frontalmente con un vehículo tras hacer su bicicleta el afilador-. Fue un golpe muy fuerte, un dolor indescriptible. Y empecé la temporada con ganas e ilusión, pensando en mi amigo, en correr por él. Mi primera carrera fue el Campeonato de España de ómnium, que corrí pensando que era de los más flojos, pero prueba tras prueba me vi cada vez más fuerte y en la puntuación llegué con los mejores, a pocos puntos de Llaneras. Y como me veía, y sabiendo que me guardaba balas suficientes, podría haberle ganado, hasta que llegó la caída. Me pilló en medio de un relevo, salí lanzado al peralte y caí, siendo arrollado por otro ciclista -Josu Etxebarria-, que tuvo que abandonar. Por lo menos pude acabar el ómnium, pero muy dolido por el golpe en la cadera, lleno de astillas y con la bici rota. Aun así, terminé segundo sub23 y quinto o sexto de la general. Además, la caída me tuvo un mes parado, estando tres semanas sin poder andar con normalidad por el golpe en la cadera. Y a día de hoy sigo notando el punto de dolor donde me di el golpe en el hombro.

Y la guinda, en Don Benito, con otra caída más grave…

Pese a no haber corrido, me veía bien y con ganas de correr. Justo pero bien y con ganas de hacer algo en una carrera que el año anterior terminé en el top10. Quedábamos un grupo de 30 o 40, íbamos muy rápidos, encunetados y hubo un frenazo monumental de varios corredores que iban delante de mí, con frenos de disco los tres, y me los comí. Salí volando y caí con la cara y por toda la sangre sabía que era algo grave. Ambulancia y al hospital, donde vieron que me había partido la cara por tres sitios. Si te enseño las fotos no te lo crees con esas rajas tan grandes. Volví a Valencia como puede y allí me recogió mi madre. Me operaron al cabo de una semana y tuve un largo postoperatorio ya que llegó con el confinamiento. Entre la situación del país y la cara rota, no tenía ganas de nada. Solo recuperarme y que los míos estuvieran bien. Tardé un mes y medio en subirme al rodillo, sólo cuando me apetecía. Pero poco a poco, me volvieron las ganas de entrenar, de ponerme fuerte con ganas de estar con los mejores. Por eso he llegado a estos meses más fresco que una lechuga, como decían mis compañeros de grupeta.

“La vida se basa en ilusiones”

El premio llegaba con esa convocatoria para el Europeo que empieza mañana. ¿Cómo te lo planteas?

Muy contento, porque llevo unos años ahí y es una alegría que confíen en mi y que Mena me de esta oportunidad y pueda ver de lo que soy capaz. Aunque es mi último año como sub23, llego como si fuese u infantil. Siempre recuerdo una frase que dijo mi patrocinador y es que la vida se basa en ilusiones. El Europeo es mi ilusión, con ganas de enfrentarme a corredores de nivel, sin miedo. Pienso que lo puedo hacer nien y puedo aportar mi granito de arena en las tres pruebas que voy a hacer, persecución individual, por equipos y madison con Pau Llaneras.

¿Y de cara al futuro, en pista o carretera?

Pista siempre y lo tengo muy claro. Tiene que ser una oportunidad muy grande como para ponerse delante y apartar completamente la pista. Y compita o no, la pista siempre estará presente en mis entrenamientos, porque me aporta mucho, tanto en calidad como en cercanía con mi entrenador, al que le debo mucho

¿Quién es?

Joan Medina. Ha estado conmigo toda mi vida, y siempre pendiente de mí, como si fuera mi segundo padre. No he visto ninguna persona con ese amor por la bicicleta. Es mi entrenador, mi mecánico, mi psicólogo… Nunca podré agradecer suficientemente todo lo que hace y ha hecho por mí.

Fotos

  1. Con sus dos medallas del nacional. Foto: Electro Hiper Europa (su equipo de carretera)
  2. Podio del scratch de Valencia, en 2019. Foto: Román Mendoza
  3. Disputando la crono en Tafalla. Foto: Federación Española
  4. La caída en el Campeonato de Omnium en Mallorca. Foto. Martin Early
  5. Entrenando ayer en Fiorenzuola. Foto: Federación Española


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