Un gravísimo error que todavía puede ser corregido, pero no olvidado

Sin duda si hay algún país que se ha cubierto de gloria en lo que ha sido la elección de sus representantes olímpicos ha sido México. El trabajo de todo un ciclo olímpico se saldaba con la consecución de tres plazas de pista, destacando la del equipo femenino de velocidad, ya que la participación está restringida a sólo los ocho mejores países del mundo, así como otra plaza en ómnium, también femenino.

Jessica Salazar. Foto: Panamericanos

Todo el mundo tenía claro que las dos plazas de velocidad deberían ser para Jessica Salazar y Luz Daniela Gaxiola, no sólo por el hecho de haberlas ganado, sino por el nivel de estas dos velocistas, especialmente de la primera, aunque Yuli Verdugo no desmerece. En cuanto a la de fondo, ninguna duda de que debería ser para Yareli Salazar.

Pero a las autoridades ciclistas mexicanas no se les ocurrió otra cosa que complicarlo todo organizando un Selectivo, un evento de un solo día en el que las corredoras debían ganarse las plazas. Y claro, lo que puede suceder, sucede, y las dos Salazar, que no tuvieron su día, no ratifican su presencia en Tokio. Lo que creían que era sólo un test se convierte en una decisión irrevocable: las velocistas Gaxiola y Verdugo son las elegidas, mientras que en fondo se opta por Victoria Velasco, una corredora muy prometedora, pero joven –es su primer año como élite- y sin experiencia internacional como élite, algo que será clave en el desenlace de la historia.

Y es que la UCI rechaza la inscripción de Velasco por este motivo, ya que es necesario haber conseguido un mínimo de 10 puntos en las pruebas de clasificación. Las autoridades mexicanas dan una explicación tan peregrina como vergonzante, ya que argumentan que no consiguió los puntos porque era juvenil y no podía correr, pero que los tiene en las pruebas de su categoría. Sin comentarios.

Yareli Salazar. Foto: Fedeciclismo

Total, que Velasco se quedará en casa y se descubre que como su suplente está Salazar, pero no Yareli, la fondista, sino Jessica, la velocista. Otro error más de las entidades mexicana que, sin embargo, pondría en bandeja una solución si se conocieran las normas olímpicas, que permite participar a ciclistas inscritos en otras disciplinas. Otra norma absurda que también merece una reflexión, aunque no es el tema. Como dice en un vídeo Jessica, ella no va a correr el ómnium “por ética y porque no es mi prueba. Es como si a Usain Bolt le pusieran a correr el maratón”. Pero no tiene por qué correrla: con su inscripción podría competir en cualquier otra prueba, incluyendo las de velocidad para las que fue injustamente descartada. Y México tendría tres ciclistas para las tres competiciones de velocidad: por equipos, individual y keirin. Y no creo que fuese tan difícil redistribuirlas.

¿Y quién correría el ómnium?  Pues la otra Salazar, Yareli. Aunque no esté inscrita para la pista, lo está para la carretera y con ello podría participar también en el velódromo.

Como vemos, no hay bien que por mal no venga, y este cúmulo de errores ha llevado paradójicamente a una situación positiva –salvo para Velasco, ‘engañada’ por la torpeza de los dirigentes-. Eso sí, que el error sea fácilmente corregible, no quiere decir que sea perdonable, y todos los culpables deberían presentar su inmediata dimisión… algo que es tan improbable en México como en España.

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