Marcel Berthet-Oscar Egg: protagonistas de la lucha más despiadada, intensa pero productiva por el récord de la hora, en apenas dos años

Berthet en 1913 - Wikipedia Commons

El récord de la hora es la batalla más dura de un ciclista contra el cronometro, contra la distancia. Pero en ocasiones no ha sido una lucha individual, con duelos entre dos ciclistas con ese mismo objetivo, como Miguel Indurain y Toni Rominger o Graeme Obree y Chris Boardman.

Claro que la más despiadada, intensa y productiva fue la que protagonizaron durante 24 meses en la segunda década del siglo pasado el francés Marcel Berthet y el suizo Oscar Egg. Cada uno de ellos batió tres veces la plusmarca, algo que no ha hecho ningún otro corredor, con un enfrentamiento directo, casi personal, que forzó esas tentativas para desbancar a su adversario... y subir la plusmarca en más de tres kilómetros.

La cronología de este enfrentamiento es realmente curiosa.

  • 20 de junio de 1907. Marcel Berthet, un francés de apenas 19 años conocido como ‘El Elegante’ -un apodo que le hacía justicia-, se mete en el famoso Velódromo Buffalo, de París, con el objetivo de batir la marca de Lucien Petit-Breton, de 41,110, establecida dos años antes. Con una preparación minuciosa, llevaba a plusmarca a 41,520, declarando ante los periodistas: “Ha sido muy duro. Si mi récord es batido, no seré yo quien lo vuelva a intentar”.
  • 2 de agosto de 1912. El segundo protagonista es un suizo de 22 años, de nombre Oscar Egg, de origen burgués -frente a la mayoría de los ciclistas de la época, que eran de clases populares-, y que llegó a estudiar diseño industrial, lo que sin duda le daría bastantes conocimientos en esta historia. Con un desarrollo de 24 x 7 batía el récord de Berthet en el mismo escenario parisino casi 600 metros (42,122). El francés no dijo nada, pero comenzaba a pensar en la revancha, que afrontaría un año más tarde.
  • Oscar Egg, en su segunda tentativa.
    Foto: Dominio público / La Vie au Grand Air
    27 de julio de 1913. Un inesperado tercer protagonista entra en escena, el alemán Richard Weise, que establece una marca de 42,276, en Zehlendorf, Berlín, que espolea por igual a francés y suizo… pero que nunca sería homologada. Y es que Egg, bastante preciso con los detalles, pero como vemos igual de picajoso, exigió una nueva medición del velódromo Buffalo, descubriéndose una desviación a su favor de 1,7 metros por vuelta, con lo que la distancia recorrida pasaba a ser de 42,360 dejando a Weiss compuesto… y sin récord.
  • 7 de agosto de 1913. Poco le duró a Egg su nuevo récord, ya que Berthet volvía a intentarlo, pese a su primera afirmación. Y con 42,741 superaba a su rival en casi 400 metros… para volver a decir un “que no cuenten conmigo” por si el suizo volvía a intentarlo, como así sería: de hecho, estaba presente en la pista, fijándose hasta el más mínimo detalle, planificando su revancha.
  • 21 de agosto de 1913. Aunque todo el mundo se frotaba las manos pensando en la reacción de Egg, ni el más optimista podría pensar que se iba a producir apenas dos semanas después. Y también tuvieron que frotarse los ojos con el nuevo récord del mundo, 43,525, es decir, 784 metros más. A estas alturas de la historia a nadie le sorprenderá ya que Berthet, pese a sus afirmaciones habituales, estuviese ya planificando su próximo movimiento.
  • Richard, el hombre que desbancó a Egg
    casi dos décadas después. Foto: Wikipedia
    20 de septiembre de 1913. Tampoco tardó mucho ‘El Elegante’ es volver a meterse en un velódromo, apenas un mes después. Y posiblemente lo que más tiempo le llevó fue conseguir la bicicleta que quería. Porque en esta ocasión se cuidó muy mucho de disponer del material más ligero posible; desde el cuadro y las ruedas, hasta los neumáticos. Todo ello se plasmó en 250 metros de mejora, devolviéndole la pelota a Egg en forma de 43,775 kilómetros. No hace falta escribir lo que dijo el francés sobre si el suizo mejoraba su marca. Eso sí, éste no dudó: “Lo haré de nuevo”. Y había que creerle.
  • 18 de junio de 1914. Tardó un poco más en esta ocasión Egg en meterse en el velódromo, siempre el recinto parisino de Buffalo, y como su rival pulió muchos detalles. Y desde luego que mereció la pena, ya que la nueva tentativa se tradujo en un aumento de casi 500 metros: 44,247 kms. Dicen que el francés comenzó a planificar una nueva tentativa, pero el estallido de la I Guerra Mundial, en pleno Mundial de Copenhague, frustró su respuesta… al menos de manera convencional, como veremos.
  • 27 de octubre de 1932. No fue solamente la Guerra lo que hizo perdurar la marca de Egg, sino la propia valía de la misma, ya que nadie pudo superarla en la década de los veinte. Hay que irse hasta los años 30 cuando el francés Maurice Archambaud rompía finalmente el record de la hora… aunque su marca no fue homologada ya que la propia Federación Francesa no se fiaba de los 44,564 que habían registrado los cronometradores argelinos. Eso sí, una nueva intentona de Archambaud, en 1937, sí le llevaría a la tabla de recordmen.
  • Ultima intentona de Berthet... en el Velodyne. Foto: Flickr
    25 de agosto de 1933. Tampoco valió la tentativa del neerlandés Jan Van Hout su país, en Roermond. La primera marca suponía mejorar el registro de Egg, pero este, fiel a su estilo, exigió una medición de la pista neerlandesa que reducía la marca de Van Hout. Claro que este no se arredró y pidió una ‘contramedición’, que sí le devolvía la plusmarca, con 44,588, aunque ya era tarde porque apenas cuatro días después el francés Maurice Richard había elevado la distancia a 44,777… sin posibilidad de apelación en base a nuevas mediciones. El récord de Egg había caído 19 años después.
  • 18 de noviembre de 1933. Pero la última palabra la tendría curiosamente Berthet, que a la edad de 45 años se metía nuevamente en el velódromo para establecer un registro estratosférico de 49,922… que no sería considerado récord. Y es que el francés hizo su intentona con una bicicleta carenada, por lo que su marca no tendría validez, pero se permitiría poner la guinda a esta historia, por mucho que mantuviese siempre que no volvería a intentarlo.

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