Madres: un homenaje al verdadero soporte del ciclismo de sus hijos

En un deporte tan masculino -y a veces todavía machista- como el ciclismo, han sido los padres los que casi siempre han transmitido la afición a sus hijos, y cada vez más a sus hijas. Pero las madres también han aportado mucho, e incluso han sido, en más ocasiones, el verdadero soporte para que pudieran entrenar y competir en este deporte tan sacrificado. Y, sobre todo, de forma más desconocida.

Olga Sorli, animando hasta la afonía no sólo a sus hijas,
sino a toda la selección valenciana. Foto: Román Mendoza

Por ello, en este día tan especial, hemos querido rendir homenaje a esa figura materna, con cuatro madres muy diferentes pero unidas en esa pasión, para conocer cómo viven el ciclismo y lo que han supuesto para sus hijos.

380 kilómetros al día para entrenar

La familia Grañana Sorli tiene bien interiorizado el ciclismo desde siempre. Aparte de Daniela y Andrea, protagonistas en el último Nacional, su hermana, “cinco años mayor”, Sara también compitió hasta que se centró en sus estudios; el padre corrió mucho tiempo, en BTT, y la madre Olga que sin llegar a competir desempeña un papel clave en el desarrollo ciclista de sus hijas, sin olvidar que “muchas veces hemos llegado a salir los cinco juntos”. Todo ello en una familia que, además, no sólo tiene una tienda de ciclismo, sino que además tiene su propio club.

“Soy madre, psicóloga, consejera… menos entrenadora, que eso siempre lo ha llevado su padre”, nos indica Olga, aunque quizá la función que más tiempo le lleve sea la de conductora porque “vivimos a 15 kilómetros de Vinaroz, al norte de Castellón. Y entrenan un par de veces por semana, en Valencia, por lo que cada día tengo que hacer 380 kilómetros para llevarlas y traerlas”. Y luego está el seguirlas a las carreras. “Nos hemos tenido que comprar una autocaravana, porque nos gastábamos una fortuna en hoteles y restaurantes. Es una inversión, pero a la larga lo compensamos”.

La familia Grañana Sorli, en el podio junto
al técnico Jaume Barber. Foto: Román Mendoza

Además, está el gasto de tiempo, “porque, aunque trabajo en nuestro negocio, todo el tiempo que dejo de estar allí, lo tengo luego que recuperar”. Aun así, también saca tiempo para estar en la comisión de pista de la Valenciana “porque hay que echar una mano en esta disciplina”. Por ello, le gustaría que hubiera un “centro de tecnificación como el que hay en Baleares, en Valencia, para que pudieran entrenar y estudiar allí”.

El hecho de que las dos sean gemelas, es decir, de la misma edad y que compitan juntas, nunca ha sido un problema. “Para nada, Nunca han tenido envidias, ni piques entre ellas. Todo lo contrario, se buscan y se ayudan”. Y el hecho de que Daniela consiga más victorias no tiene repercusiones negativas entre ellas, “porque Andrea es la que siempre le ayuda en las llegadas y siempre comparte la alegría”. Como madre nos comenta que, aunque estén juntas todo el tiempo, “tienen caracteres muy diferentes. Las tres hermanas. Andrea es más de ideas fijas y Daniela tiene mucha personalidad”.

Sobre el futuro ciclista de ambas, “les apoyaremos hasta que podamos. Ahora están muy contentas en su equipo -Hyundai-Koryo Car- y seguirán allí el año que viene. Pero todavía es complicado vivir como corredoras”. Eso sí, tiene claro que Andrea “seguirá haciendo pista porque le gusta mucho y creo que Daniela también”. Y así terminamos una agradable conversación en Galapagar, que dudo mucho habríamos podido tener el último día de los Campeonatos, ya que Olga estaba totalmente afónica, como otras muchas madres más: no es complicado saber por qué.

Los tres hermanos Anguela. Foto: Román Mendoza

Tres hijos nacidos en el velódromo

Y de dos hijos, a tres, los hermanos Anguela Yagüez, que llegaron a coincidir en el Campeonato de España de madison y ómnium en febrero, en Palma de mallorca, aunque en diferentes categorías, y con un gran éxito: Eva, la mayor, fue subcampeona en madison; Mario, el mediano, oro en la americana y plata en ómnium, y Álvaro, el único que no se estrenó. En presencia de José María, charlamos tranquilamente con Ana, la ‘culpable’ de que sus hijos sean ciclistas. Y aunque nos dice que “me emociono mucho, pero no creo que sea muy gritona”, la respuesta conlleva una sonrisa taimada de su marido y de Eva, también presente.

“Mario hacía natación, pero no le gustaba. Y como el deporte que más cerca teníamos era el ciclismo, le llevé a la escuela del Club Ciclista Galapagar. Y le enganchó enseguida, porque tuvimos mucha suerte con Cristóbal, que era el monitor que tenían”. Y es curioso, porque todo lo que apoyó al mediano, no le pareció tan bien cuando la mayor quiso apuntarse también. “No me terminaba de convencer, aunque al final tuve que ceder”. Luego se apuntó Álvaro... y ya han pasado doce años. Eso sí, como en muchas familias, al pequeño le ha tocado heredar el material de sus hermanos mayores.

Eva Yagüez, con su hijo mediano, Mario. Foto: Román Mendoza

Ana reconoce que no tenía ni idea de ciclismo cuando todo empezó. “La relación que teníamos con el ciclismo es que mi marido salía alguna vez”, “y mira que pinta de ciclista tengo”, añade sonriendo José María. “Ahora procuro estar enterada y la verdad es que pasamos mucho tiempo junto a la tele los cinco viendo ciclismo. Y hablando de ciclismo”.

El hecho de que los tres tengan la misma afición, “les une mucho, ya que suelen hablar bastante de ello. ¿Discutir entre ellos? Como todos los hermanos, pero en general, no”. Y aunque tienen fama de tímidos, de no dejar escapar sus emociones cuando ganan, “son bastante diferentes en su carácter”. Y nos consta que mucho más abiertos cuando se les trata más estrechamente.

Mientras que estuvieron en escuelas, “hemos intentado seguirlos lo más posible. Y todavía lo hacemos, sobre todo si tenemos la ocasión de que estén los tres, como pasó en Mallorca. Pero cada vez es más complicado estar con todos ellos. Intentaremos acompañarlos mientras que podamos, pero no sólo es un tema económico”. De momento, no se plantea que tengan que elegir entre carretera y pista. “Han nacido en el velódromo, les gusta mucho y es para ellos importante, aparte de tener muchas ventajas. Y me daría pena que tuvieran que dejarlo, pero siempre será una decisión suya”.

Alicia Pérez, felicitando a su hija Almudena
tras su oro en Galapagar. Foto: Román Mendoza

“Con carácter y sin filtros”

“Con carácter y sin filtros”. Así se define con sinceridad, pero acertadamente, Alicia Pérez, el apoyo de su hija Almudena Morales, y más teniendo en cuenta su condición de divorciada, lo que supone siempre un esfuerzo adicional en estas situaciones. Una afición que viene de familia, “porque mi padre se llevaba a su hermano cuando era muy pequeño con la Peña Ciclista Cedena. Y Almudena me traía unas flores que cogía mientras esperaba”, aunque en su caso también vivió el ciclismo de muy cerca: “El día de mi comunión fui, vestida con el traje, a ver el final de la Vuelta en Madrid, cuando era en mayo”.

Lo que no sabía la madre es que la hija comenzó a tomarle interés, hasta pasar de las flores a subirse en la bicicleta. Y la vida le llevó a Alicia de ser mera espectadora a directora. “No había nadie que llevase la Escuela de Fuenlabrada, donde vivimos, y Mino -Maximino Pérez- me dijo que hacía falta alguien. Así que no me quedó más remedio que sacarme el título y ponerme al frente. Y la verdad es que me gusto mucho el ambiente, pero pronto me di cuenta de que, o era madre o era directora. Y lo dejé”.

Otra imagen de madre e hija en una
prueba de carretera. Facebook AP

“Lo ves de forma muy diferente si eres directora o simplemente madre. Sufres, de forma diferente, por todas las chicas, por lo que les pasa. Pero dejas a tu hija un poco de lado”. Ahora, “la apoyo, la escucho, soy su máximo soporte a nivel emocional, dedicándole todo el tiempo que puedo. Pero a muchas cosas no llego, por lo que tengo que delegar y gastar dinero en ello, como el preparador físico o ahora el nutricionista”.

Aun así, se muestra satisfecha de la carrera de su hija, y de haber fichado por el CAF Turnkey & Engineering -“ha sido un acierto total y el año que viene seguirá allí. Agustín tiene una preocupación por ellas que no he visto en otros sitios”-, aunque hay muchos temas que no le satisfacen y que no duda en criticar, ‘sin filtros’. “No hay una tecnificación real a día de hoy, las becas son insuficientes y los gastos muy elevados. Además, el año que viene pasa a ser sub23 y es una categoría que no existe en ciclismo femenino, sobre todo en pista, y se ven obligadas a correr contra corredoras mucho mayores, con más experiencia y nivel”.

Tras hablar de los apoyos de su hija en el mundo familiar y el ciclista, señala un hecho que muchas veces pasa inadvertido. “Tiene muy buenas amigas que le apoyan en todo, que no tienen nada que ver con el ciclismo, pero que la entienden y la aceptan como es. Y eso es algo muy importante”.

Inculcando unos valores

Angels Alfara, con una corredora
en la selección balear. Facebook AA

Y terminamos este repaso con Angels Alfara, también madre, y como sucedió con Alicia años atrás, en una posición engañosamente mucho más cercana a su hija Nayhara, ya que ha sido en numerosas ocasiones la fisio de la selección balear. En su caso, tampoco tenía nada que ver con el ciclismo, “salvo por mi tío, que dirigió mucho tiempo el Viveros Alcanar, y mi hermano, que corrió algún tiempo. Por él conocí a David (Montserrat) -hasta hace pocos días el seleccionador balear- y ya sabes, terminó en boda. Luego me ha tocado echarle una mano con la selección”.

Lo que no podía esperar es que su hija también se sumara a la actividad ciclista, también desde la natación como Mario Anguela. “La llevaba a la piscina, pero con cuatro años me dijo ‘no quiero ir a nadar más’. Siempre hemos intentado que probara todos los deportes, pero el ciclismo ha sido el que más le ha atraído y al que al final se ha estado dedicando. Y con el sacrificio que les supone siempre a los ciclistas baleares de tener que ir a correr a la península”.

Como Alicia, Angels considera que su labor con la selección “me ha supuesto muchas veces perderme las competiciones de mi hija. Tener que estar trabajando, con otros corredores o incluso fuera del velódromo, y no poderla ver. Hay muchas veces que he tenido esa impresión, de estar perdiéndome algo con ella”. Eso sí, reconoce que cuando la ve correr “también paso muchos nervios, pero de forma diferente”. Eso sí, al menos desde su posición con la selección, “no soy muy chillona”, dice riendo, “aunque se te escape algún ‘venga vamos’”.

La familia Montserrat Alfara, en el velódromo
Facebook AA

En líneas generales, nos dice que “la sensación que tengo es de alegría, por haberle inculcado unos valores que tiene este deporte, que es muy agradecido. Ahora quiere estudiar un doble grado de bioquímica y biología molecular, y aunque va a ser complicado que pueda compatibilizarlo, quiero animarla a que siga, y vamos a ayudarla en todo lo posible. No me gustaría que a los 28 o 29 años se arrepintiese de haberlo dejando, de no haberlo intentado al cien por cien”.

Y terminamos esta charla con una pregunta que podría ser incómoda, y más tras el cese -que se produjo algunos días después de haber hablado, auqnue ya estaba sentenciado- de David Montserrat como técnico balear, sobre si Nayhara ha podido tener algún trato de favor al tener a su padre como seleccionador, pero que nos contesta sin dudar. “Para nada. Todo lo contrario. Quien la conozca bien sabe que ha tenido que esforzarse aún más para estar en la selección y que su padre no la ha regalado nada en este aspecto”.

PD: Quiero dedicarle este post a la memoria de Michelle Bourgeois, otra madre con la que mantuve muchas conversaciones para que sus hijos, sin nacionalidad española pero con un innegable interés por el ciclismo, pudieran competir en los Campeonatos de España ante la rigidez federativa, a pesar de su residencia mallorquina, y que nos dejó el pasado mes de febrero.

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