El velódromo de Kyiv, desde 1913, uno de los más antiguos de Europa

El pasado fin de semana estaba calendado el Grand Prix Kyiv, prueba que realmente no se si ha llegado a celebrarse ya que la web que pone como referencia está ‘parada’ en 2021 y en la página de la UCI no aparece ningún resultado. Obviamente no corren los mejores tiempos en el país para la celebración de competiciones ciclistas; sin embargo, siempre es momento para escribir unas líneas sobre el Velódromo de Kyiv, el nuevo nombre que se quiere dar a la capital ucraniana, para no usar la forma rusófona Kiev, aunque sea la que se ha usado siempre en castellano.

Se trata de uno de los velódromos más antiguos de Europa y del que he podido conocer bastantes detalles gracias a un magnífico reportaje publicado recientemente en Kyiv Post. Concretamente el tercero, tras los de Erfurt (1885) y Herne Hill (1891), inaugurado en 1913 como un complejo cultural y deportivo único que, entre otras actividades, contaba con un espacio para proyecciones al aire libre y un teatro de verano al aire libre. Ivan Bilenko fue el constructor de este espacio, que en su tiempo fue conocido con un curioso nombre, ciclódromo.

La inicial superficie de asfalto fue sustituida por una de hormigón después de la II Guerra Mundial, con varias modificaciones para ganar en visibilidad y adaptando sus medidas a los 286 metros actuales, una cuerda muy similar a la de Anoeta. Sin embargo, la reforma más ambiciosa, en 1978, poco antes de los Juegos Olímpicos, no fue precisamente un éxito: el cambio de la superficie de hormigón por madera de alerce siberiano, pensando en una pista de reserva para Moscú, tuvo una duración muy limitada ya que las condiciones atmosféricas afectaron a la madera que se deterioró rápidamente y… fue sustituida nuevamente por un hormigón especialmente tratado para garantizar las mejores condiciones.

Sin embargo, no fue por las condiciones de la pista por lo que el velódromo estuvo a punto de ser derruido. En 2009, la construcción de un edificio junto al mismo obligó a tener que derribar parcialmente la instalación. Parecía que iba a ser el fin, a pesar de la iniciativa ciudadana por mantenerlo en pie, debido al estado de abandono de todo el conjunto.

Costó esfuerzo y tiempo, entre otros motivos porque una primera restauración de la pista no convenció en absoluto a los ciclistas por sus irregularidades. Pero finalmente fue inaugurada el 21 de mayo de 2017.  Y como un adorno especial, un mural del artista canadiense Emmanuel Jarus en un edificio vecino, quien se pintó a sí mismo montando en bicicleta.

Ahora lo que hace falta es que pueda volver a usarse con normalidad… pero eso no depende del mundo del ciclismo, siquiera de ámbito deportivo.

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