Numerosas críticas por la imposibilidad de participar por selecciones autonómicas en la Copa de España, pero no es el problema más grave

De todos los muchos fallos que presenta la neonata Copa de España -tanto los heredados de la Liga de Pista como los añadidos en esta ‘evolución’, como pomposamente se la calificaba el pasado miércoles- hay uno que llama poderosamente la atención, y es lo referido a la participación, donde no se permite competir bajo el paraguas de las selecciones autonómicas.

Y es que una de las prioridades del actual equipo gestor de la Española es no entrar en conflicto con las Territoriales, buscar una unidad de destino en lo universal, para evitar tiempos pasados de enfrentamiento y división que acabaron con casi todas las directivas de las últimas décadas.

Reunión de técnicos en un Campeonato de España

De hecho, el tema ha estado ‘calentito’ en ese grupo de what’s app de técnicos autonómicos que, a falta de una verdadera Comisión de Pista, es por donde se encauzan las sensibilidades de la pista española, aunque a veces de forma bastante limitada e interesada en cuanto a los temas tratados. En este caso, prohibir la presencia de selecciones territoriales en cualquier evento es condenar a Autonomías como Asturias, Castilla-la Mancha, Castilla y León o Extremadura, por citar a las más evidentes, a no acudir -o hacerlo de forma muy restringida- a los Nacionales, vista esa obcecación por exigir puntos para poder competir en los Campeonatos de España.

Y desde luego, pensar en fomentar la presencia de equipos para potenciar esta participación es como lanzar una moneda al aire y esperar a que caiga de canto, aunque sería una buena alternativa si realmente se trabajase por crear estas estructuras y darles unos alicientes, siendo el mínimo el de poder participar como tal en un Campeonato de España… algo que sería una doble bofetada para las Territoriales.

La tormenta amainará, estoy seguro, cambiando un par de líneas en la Normativa y todo se olvidará, aun cuando los aspectos más graves sigan estando ahí, eso sí, sin despertar tantas pasiones en el mencionado foro.

Y es que la Liga de Pista, la Copa de España o como se quiera llamar a este bodrio, no debería existir, porque no lo necesita el ciclismo nacional. O al menos con este tipo de formulación. En un Estado tan descentralizado como el nuestro, hay que considerar ante todo las actividades que llevan a cabo las Territoriales. Y es que hay algunas como Guipúzcoa, Comunidad Valenciana, Cataluña o Baleares cuyos circuitos ya son lo suficientemente importantes para la pista como para que sean la base del calendario estatal. Competiciones en las que se coge experiencia y oficio, pero ni un mísero punto por el desconocimiento de lo que es la realidad de la pista que tienen en Ferraz. 

El fomento de pruebas internacionales como la de Barcelona
debería ser una prioridad federativa. Foto: RM

Y solamente en aquellas Autonomías que no tienen nada parecido, trabajar en algún tipo de competiciones interregionales, con el apoyo económico de la Española -que está para fomentar no para recaudar- para solucionar estas carencias y no necesitar peregrinar por todo el país para buscar puntos, más que de la experiencia que necesitan.  Por supuesto, también sería bienvenida cualquier competición interautonómica donde se trabajasen esas disciplinas colectivas que son la llave del trabajo de las selecciones y que en nuestro país brillan por su ausencia.

Pero tampoco nos olvidemos que hay otra forma de coger puntos, al menos para los juniors y evitando pasar por competiciones desvirtualizadas como esa Copa de Ferias. Eventos internacionales como la que pudimos vivir este fin de semana en Barcelona o la que tendremos en febrero en Anoeta en su segunda edición, no deberían ser excepciones, sino el segundo peldaño en el calendario español. Competir en un marco así da experiencia, pero también proporciona como poco un puntito UCI que permite ya competir en el Nacional sin pasar por el fielato federativo.  Ahí es donde las Autonómicas deben exigir que trabaje desde ya la Española, apoyando las iniciativas que algunos se plantean y que no terminan de materializarse. Porque velódromos como Valencia, Galapagar o Palma se merecen algo más que aspirar a tener que organizar una romería -se llame Liga, se llame Copa- invierno tras invierno.

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