A pesar de que la edición de 1983 supuso una leve recuperación en la asistencia de público, incluso con
la presencia de las cámaras de televisión ofreciendo una hora diaria -algo más
debido a Unipublic que al propio concepto de la competición-, estaba claro que la
presencia de aficionados era algo que preocupaba especialmente a los organizadores,
aunque el propio Eduardo ‘Tito’ Franco reconocía en 1986 que la carrera no
era deficitaria.
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| Fignon fue protagonista hasta su caída y abandono |
Pero si echamos un vistazo a
la lista de inscritos y a la clasificación final nos muestra una clara diferencia
debido a los numerosos abandonos por caídas. Y entre ellos el del propio
Fignon, que estuvo muy metido en batalla los dos primeros días, en los que el
neerlandés Peter Pieters y el liechtensteiniano Sigmund Hermann ocuparon el
liderato. Fue una caída ‘tonta’ cuando perdió el equilibrio al saludar al
público tras ganar una serie de persecución, pero que se saldaba con una fractura
de clavícula diciendo adiós a Madrid. De Jonckheere, Frederic Vichot, Cruz
Martín o Hermann tampoco terminarían la prueba.
De esta forma, la dupla
recompuesta con Pieters y Bondue se colocaba como líder el cuarto día, aunque muy
amenazada por Knetemann-Navarro, los favoritos del público, que se mostraron
muy sólidos y compenetrados, para dar la vuelta en la última sesión e imponerse
con una vuelta de ventaja a Vicino-Bincoletto y con dos a Pieters-Bondue,
que fueron los que más puntos totalizaron.
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| Indurain-Clark, una atractiva pareja pero que no funcionó |
El otro Franco, Enrique, diría
un año más tarde que se estudió incluso cambiar el formato, a Seis Horas o 24
Horas, pero la Comunidad de Madrid no estaba por la labor y pensaba que la
baja asistencia se debía a las fechas navideñas, por lo que la siguiente
edición se colocó entre el 30 de octubre y el 4 de noviembre, sin que se
produjese la reacción popular, ya que ningún día se superaron los 4.000 espectadores
en un recinto que podía albergar más de 15.000.
En esta última edición, no
hubo una gran estrella internacional de la ruta, a excepción de Charlie
Mottet, que tampoco era una súper figura. Unipublic apostó por dos especialistas
de renombre internacional como Rene Pijnen y Danny Clark, a los que acompañó de
dos estrellas nacionales, una pujante y con gran experiencia en los
velódromos como Pello Ruiz Cabestany, y otra emergente como Miguel Indurain,
aunque la dupla navarro-australiana no pasó del décimo puesto final, más
que por la inexperiencia del futuro pentaganador del Tour por enfermedad de su
compañero.
La participación se completaba
con parejas ‘resultonas’ como Stan Tourné-Etienne De Wilde, el ganador del
pasado año, Knetemann junto a Recio o el danés Hans-Henrik Oersted junto a
Casimiro Moreda… sin olvidarnos de los hermanos liechtensteinianos Sigmund y
Roman Hermann. El primero de ellos no salió muy contento de la edición anterior,
en la que tuvo que abandonar por lo que él calificaba el mal gesto de un rival,
por lo que esta vez se presentaba en Madrid con su hermano mayor, un notable
especialista en este tipo de pruebas -aunque también conocido como 'El amigo de las damas' en los velódromos centroeuropeos-, dispuestos a todo, como así sería.
Pero no adelantemos acontecimientos.
No obstante, Pijnen quería
demostrar que sus ochenta victorias en este tipo de pruebas, en ese momento,
aunque ya tuviera 40 años, no eran casualidad. Y por supuesto reeditar la lograda en este mismo escenario tres años antes. Y bien secundado por
Cabestany se hacían con el primer liderato… hasta que perdieron protagonismo
por culpa de una colitis que afectó a varias parejas. Ello fue
aprovechado por la dupla de hermanos centroeuropeos tras la tercera jornada, aunque
Pijnen-Cabestany pudieron recuperarse para alcanzar la primera posición el penúltimo
día, aunque al final tuvieron que ceder por su peor puntuación, igualados a
vueltas (103 a 176), lo mismo que Tourné y De Wilde, aunque con bastantes
puntos menos, 26. Una pareja que, independientemente de sus méritos deportivos,
no era ni la soñada por el público ni por la organización.
Es curioso este vídeo de la retransmisión
del último día donde Enrique Franco realiza un acertado repaso y en el que
se lee entre líneas el epitafio de los Seis Días de Madrid. “Madrid ya no es el
Madrid nocturno de hace años”. Con ello se termina nuestra historia, aunque
tendremos un epílogo con otra realidad muy parecida, más condensada, y mucho más
espectacular, las Seis Horas de Euskadi, a las que dedicaremos un capítulo
especial.


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