Plan Estratégico RFEC: necesario, pero con muchas sombras (I)


Con la concentración de pista el pasado fin de semana, la RFEC ponía término a la primera fase del Plan Estratégico de Alto Rendimiento y Tecnificación. Un plan que, sin ningún género de dudas, es muy necesario en una disciplina que en los últimos años ha estado absolutamente abandonada en estos aspectos y en la que los ciclistas –con su propia iniciativa y sus recursos económicos- han tenido que asumir esta faceta. Sin embargo, este Plan no es la panacea y además presenta muchas sombras.

Foto oficial de la concentración, por Federación Española
Primero, porque hay otras necesidades tan importantes y perentorias o más dentro del mundo de la pista que no se pueden incluir en este plan, aunque nos consta que en los ‘pasillos’ de Valencia ha habido al menos intercambio de información sobre estas prioridades; otra cosa es que se vayan a aplicar. En segundo lugar, porque, aunque el Plan tiene unos impresionantes recursos económicos –se habla de 750.000 euros-, desde fuera da la impresión de que no se han distribuido de la mejor forma posible, sobre todo en cuanto a los medios materiales y a la elección de corredores. Y finalmente porque la comunicación, una vez más, ha sido muy desafortunada: se ha centrado en los aspectos festivaleros para sustituir la ausencia de información de cara al exterior, que es lo que realmente se demanda, tanto de lo que es el Plan en sí, de las distintas actuaciones llevadas a cabo, así como de las próximas concentraciones, y sobre todo qué tipo de continuidad va a tener en el futuro. Y es que este Plan, por mucho que se diga, no es nuevo en la historia del ciclismo federativo: muchos otros proyectos, incluso más sólidos, se han venido abajo debido a razones políticas y económicas.

No debe tomarse como una anécdota, ni como un gesto de mala educación –aunque lo sea-, el hecho de que no se facilitasen públicamente los nombres de los ciclistas incluidos en el Plan y que fuese ayer, una vez celebradas las concentraciones, cuando se informó a las Federaciones Autonómicas de los ciclistas incluidos, y exclusivamente en lo referido a sus licenciados. Y es que los criterios para la selección de los asistentes se han basado exclusivamente en los resultados de un Campeonato de España, algunas veces meras casualidades, sin tener en cuenta marcas, progresión, interés por la pista… o simplemente actitud. Pero ya profundizaremos en este aspecto más adelante.

Una de las charlas formativas. Foto: Federación Española
Dentro de los 41 ciclistas asistentes –del medio centenar que tiene el plan referido a la pista, ya que no acudieron aquellos que ya estuvieron en la anterior concentración de carretera- podemos distinguir tres grupos, independientemente de su inclusión como Alto Rendimiento o Tecnificación. Por un lado, los ciclistas de la selección, entre los que hubo algunas ausencias significativas, y para los que esta concentración tenía más inconvenientes que ventajas, dado el momento de la temporada en que se encuentran, en los que deben entrenar, competir o descansar, exclusivamente. No cabe ninguna otra alternativa.

Como decía antes, con buena voluntad siempre se puede sacar algún aspecto positivo de una charla sobre psicología o nutrición, por ejemplo, conocimientos que también se pueden adquirir en otros momentos o soportes, por cierto. En cuanto a los tests, como decíamos al principio, la mayoría de los corredores ya disponen de estos valores y muchas veces, de una forma más amplia, continua y adecuada a sus necesidades y prestaciones. Si a los profesionales de carretera se les ha eximido de estas concentraciones al suponer que ya tienen ‘los deberes hechos’ con sus equipos, ¿por qué no se ha dado el mismo trato a los profesionales de pista? ¿O a los de BTT o incluso a las féminas de carretera?

Pelegrí, en los pasados Juegos Europeos.
Foto: COE
Por cierto, en este grupo eché en falta a un Oscar Pelegrí que no fue convocado al parecer por no cumplir los criterios, aunque se ha tirado de él en la selección de fondo para muchas actividades en los últimos tiempos. Sus 25 años no deben ser una razón para dejarle fuera -con un año más comenzó a dedicarse profesionalmente Joan Llaneras a la pista para iniciar su fecunda carrera-, y el hecho de que no pueda participar en Copas del Mundo, más que una causa es una consecuencia de una mala planificación.

Para este grupo, por ejemplo, el verdadero Plan Estratégico –recordemos que estrategia es la determinación de los objetivos a largo plazo y la elección de las acciones y la asignación de los recursos necesarios para conseguirlos- debería basarse en permitir a los corredores que puedan desarrollar todo su potencial. Para los fondistas –y otros ciclistas como Felipe Orts, por mucho que este Plan no le afecte ni de lejos al no ser olímpico el ciclocross-, tener un equipo de carretera que les dé calendario… y tranquilidad económica. Y eso no se resuelve con los federativos pidiendo favores para colocar a un Torres o a un Mora, sino con la existencia de un acuerdo nacional a nivel del CSD, del COE y de la ECP para que estos ciclistas puedan tener lo que necesitan y que es prioritario para ellos en este momento, no tests que tienen archirrealizados. Para los velocistas, tener unas mejores condiciones de trabajo, con más concentraciones específicas: en tiempos anteriores, algunos corredores llegaban a estar 300 días trabajando con la selección, con los mejores especialistas, y que luego se traducían en resultados. Y para el propio combinado nacional, también más y mejores medios humanos y materiales, aunque nos consta que ya se ha atendido la demanda de grabar en vídeos las competiciones, para poder luego analizar los posibles errores y buscar la mejora.

Y para todos los pistards, y sobre todo para los que vienen detrás, en el segundo grupo –ciclistas sub23, sobre todo- un calendario de competiciones, bien sea con equipos –que de una u otra forma hay que promocionar, por mucho que la UCI los haya postergado-, bien con la selección, que no se debe ceñir a estar en Copas del Mundo, y, sobre todo, con la organización en España de pruebas C1, donde se pueda no sólo ir adquiriendo la experiencia de la que carecen muchos pistards nacionales, sino también conseguir esos puntos que luego echamos en falta, incluso en algunos momentos de forma alarmante. El dinero destinado a la Liga de Pista se podría haber distribuido mejor, con menos pruebas de promoción para posibilitar la organización de alguna de máximo nivel.

El tercer y último grupo son los juniors, que en algunos casos son ya más presente que futuro, y para los que este Plan debería estar mucho más vinculado al trabajo que se hace –en algunos casos de forma notable- en las Federaciones Autonómicas. Sobre ello profundizaremos en la segunda parte.

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