Historia de la pista en los Juegos Olímpicos (XI): La sombra de Hitler

Cartel oficial
No tuvo el ciclismo en pista demasiada relevancia en los undécimos Juegos Olímpicos, celebrados en Berlín, Alemania, en las vísperas de la II Guerra Mundial, donde los protagonistas fueron Adolf Hitler y Jesse Owens. Aun así tuvo una notable participación, ya consolidado como uno de los deportes referencia del programa olímpico.

Tras quedarse sin Juegos en 1916, a causa de la I Guerra Mundial, Berlín no quiso desaprovechar la ocasión de mostrar al mundo la grandeza de Alemania. Claro que, desde la nominación de la capital alemana como sede, en 1931, hasta la celebración del evento pasaron cinco años de aparición y auge del nazismo por lo que los Juegos se convirtieron en un excelente escaparate propagandístico del régimen de Hitler frustrado en parte por Owens, un atleta norteamericano de raza negra, que ganó cuatro medallas… aunque la historia del desprecio del dictador al velocista estadounidense tiene más de mito que de realidad. Incluso Owens fue más menospreciado en su propio país tras sus éxitos que en la Alemania nazi.

Curiosamente Estados Unidos estuvo a punto de boicotear y no asistir a los Juegos… algo que sólo hizo España, lo que no afectó para que fueran los Juegos con más participación hasta ese momento: casi 4.000 atletas de 49 países, en un evento en el que se estrenó el relevo de la antorcha desde Olimpia, el baloncesto, la televisión y la película oficial, una obra maestra de la propaganda de Leni Riefenstahl.

Los franceses, dominadores en pista y carretera. Foto Dominio publico.
Centrándonos en el ciclismo en pista, con el programa establecido en Amsterdam ya consolidado, decir que las pruebas se disputaron en el Olympia Radstadium, un velódromo con una pista de 400 metros en madera donde se congregaron 175 pistards de 30 países del 6 al 8 de agosto.

Quizá la nota más curiosa fue que Francia rompió la racha de triunfos de Italia en la persecución por equipos. Y es que los galos tenían un gran equipo que ganó también la prueba por equipos de carretera y la individual, con un doblete Robert Charpenter-Guy Lapebie, que integraban la cuarteta, junto a Roger-Jean Le Nizerhy y Jean Goujon, estableciendo además un nuevo record olímpico en 4:42.4. Tras Italia, Gran Bretaña completaba el podio tras batir en la consolación a Alemania, que no obstante dominaría en el medallero de aquella edición.

Merkens, ganador de la velocidad
Los locales habían logrado su primer oro en la velocidad con Toni Merkens, en un reñido duelo con el neerlandés Arie Van Vliet, en una final en la que una irregularidad -no demasiado grave, por otro lado- del germano solo le valió una muta económica, algo que causo extrañeza ya que no era habitual en el ciclismo amateur. El bronce fue para el galo Louis Chaillot, ganador cuatro años antes del oro en tándem.

Van Vliet se tomó la revancha en el kilómetro, donde no compitió su rival, para anotarse el oro con 1:12.0, por delante de Pierre Georget, el hijo del mítico rey de la Bol d’Or, y del alemán Rudolph Karch.

El segundo y último oro alemán llegó en la velocidad tándem, con la dupla Ernst Ihbe-Carl Lorenz, por delante de los neerlandeses Bernard Leene, ganador ocho años antes, y Henk Ooms y de los galos George Maton y Georget.

La Guerra Mundial subsiguiente afectó a dos ediciones de los Juegos que no pudieron celebrarse -1940 y 1944-, a la carrera e incluso a la vida de muchos de estos ciclistas -por ejemplo, Merkens murió en el frente ruso-, aunque Van Vliet lograría sus mayores éxitos después, tres títulos de campeón del mundo profesional de velocidad, y Lapebie llegaría a ser tercero en el Tour de Francia de 1948.

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