Historia de los Mundiales (I): Todo comenzó en Chicago hace 130 años

Hace ya la friolera de casi 130 años, se celebraba en Chicago el primer Campeonato del Mundo de pista, la primera disciplina ciclista que tuvo este reconocimiento universal, más de 30 años antes que la carretera y medio siglo que el ciclocross. Fue durante los días 11 y 12 de agosto de 1893, y ya escribimos en su momento con ocasión del 127 aniversario, y ahora lo recuperamos para iniciar una serie sobre los Mundiales.

Cartel de la época del histórico bicampeón, 
vendido por 800 dólares. Dominio público
Hasta ese momento, existían competiciones de mucho nivel, con un prestigio parecido al que pueda tener un Mundial, como por ejemplo los campeonatos de la National Cyclists’ Union, el antecedente de British Cycling. Pero no fue hasta la creación de la International Cycling Association, en 1892, cuando se decidió oficializar este evento. Y para la primera edición, nada mejor que aprovechar el tirón de la Exposición Universal de Chicago, aunque ello redujo notablemente la participación de ciclistas europeos.

Tres pruebas se eligieron para ello: la velocidad 10 kilómetros -que sería lo que hoy consideraríamos un scratch-, la velocidad y la carrera de mediofondo de 100 kilómetros tras moto, que contaron con 9, 6 y 12 participantes, respectivamente.

Arthur Augustus Zimmerman, conocido como el ‘Yanqui volador’ y sin duda uno de los más grandes pistards de aquellos tiempos históricos a los que algún día dedicaremos un post especial, ganó la primera prueba por delante de sus compatriotas Julian Pye Bliss y John Johson.

Al día siguiente ‘Zimmy’ se llevaba la velocidad, sobre una milla, con los otros dos norteamericanos intercambiándose las posiciones. Incluso el de Nueva Jersey quiso probar fortuna en la prueba de medio fondo, pero terminaría abandonando; de hecho, sólo acabaron el sudafricano Laurens Smitz Meintjens y el norteamericano Emil Ulbrecht, si bien en algún palmarés éste figura como tercero, otorgándose la segunda posición al alemán Charles Albrecht. Por cierto, al ganador se le recompensaba con la medalla de oro, pero no había premios especiales para el segundo y el tercero: todos los participantes recibían una de plata.

Afortunadamente estos primeros Mundiales no contemplaron la batalla, en pleno fragor entre amateurs y profesionales, y pudieron competir juntos, aunque la división se establecería dos años más tarde y se prolongaría absurdamente durante cien años, hasta que en Hamar 1993 se producirá la unificación. Pero ya iremos contándolo. 

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