Estrellas olímpicas (XVII): Awang busca en Tokio que la vida le dé lo que se merece, el oro -el primero de un deportista malayo- en keirin

El podio de Pruszkow 2010. Foto: UCI
El primer recuerdo que tengo del malayo Awang es la final de velocidad de los Mundiales de 2009, en Pruszkow. Enfrente estaba el número uno de aquellos días, el francés Gregory Baugé, cuyo musculado físico contrastaba sobremanera con el del menudo esprínter asiático, conocido ya como ‘Pocket Rocket Man’, el cohete de bolsillo: sí, sí, el mismo apodo que ha asumido otro velocista, el rutero Caleb Ewan.

Awang plantó cara, forzó el desempate, perdió la final… pero se ganó los corazones de muchos aficionados por ese estilo diferente. Pero Mohd Azizulhasni-Bin Awang -su nombre completo- no era un desconocido: en 2008 ya había participado en los Juegos Olímpicos de Pekín, e incluso había sido el abanderado de su país.

Con 33 años -los cumplirá en enero- los de Tokio serán sus cuartos Juegos Olímpicos, para este ciclista nacido en la provincia norteña de Terengganu, pero que salió de la comodidad de su casa con apenas 19 años buscando un futuro en la pista, para residir y entrenar en Melbourne a las órdenes del técnico australiano John Beasley, un hombre fundamental en su carrera. Es cierto que ahora tiene la compañía de su mujer e hijos, e incluso de su compatriota Mohd Shah Firdaus Sahrom -que debutará en unos Juegos-, pero también señala que los últimos meses han sido duros a nivel emocional, por no poder desplazarse a su país natal.

Celebrando el bronce este año en Berlín. Foto UCI
El objetivo está claro: convertirse en el primer deportista malayo que obtiene una medalla de oro olímpica. 'Azizul' se acercó bastante en Rio 2016, cuando logró el bronce en keirin, su disciplina favorita y en la que tiene puestas todas sus esperanzas. Una medalla de la que siempre bromea es la más pesada de su colección -500 gramos-, aunque tiene algunas de gran valor. Por ejemplo, el oro de los Mundiales de 2017 en Hong Kong, donde nos volvió a cautivar a su cohorte de seguidores. Y aparte de ese arco iris, puede presumir de una plata -en 2010- y de tres bronces -2015, 2016 y 2020- en esta disciplina. El hecho de haber estado también en el tercer cajón del podio en velocidad en el último Mundial de Berlín -con una marca personal de 9.548 en los 200- demuestra que va por el buen camino

Pero ese objetivo no es fácil. Como para otros muchos, la última fase de preparación para unos Juegos conlleva una serie de cambios con el fin de obtener esa mejora que le permita aspirar al máximo. En su caso, se trata de modificar la posición sobre la bicicleta, la WXR Vorteq que usará para la competición de Tokio, para ganar en aerodinámica sin perder potencia. Como decía su entrenador, la posición es fácil de encontrar, pero difícil de entrenar.

Con ello quiere culminar una trayectoria única…  y abrir el camino para los pistards malayos que vienen tras él. Como declaraba recientemente “Todo este viaje me ha enseñado una cosa. La vida no te da lo que quieres, te da lo que te mereces". Y Awang está haciendo todo lo posible por merecerlo.

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