Con Max Levi, el hombre que le abrió las puertas de los Seis Días. Foto: Six Day Series |
Posiblemente sólo los muy aficionados a las pruebas de Seis Días conozcan la figura de Nate Koch, un norteamericano que, rebotado del decatlón se enamoró del ciclismo en pista y fascinado por el ambiente de estas competiciones invernales de piñón fijo y cerveza que este año tanto echamos de menos, se lanzó un día a ‘hacer las Europas’, con un tremendo éxito, más social y mediático que deportivo.
Pero no adelantemos acontecimientos. Nacido en 1986 en Long Beach, en California, siendo el menor de cinco hermanos deportistas, su destino parecía vinculado a cualquier modalidad distinta al ciclismo en pista, aunque montase de vez en cuando en bicicleta. Fue el decatlón el que más le cautivó, llegando a proclamarse campeón californiano de la disciplina, pero una importante lesión de ligamento cruzado, en 2010, le hizo redescubrir la bicicleta, y a conocer lo que era un velódromo.
Quedó tan cautivado por la experiencia que se cambió definitivamente de disciplina, con el objetivo de llegar a ser olímpico en Rio de Janeiro, en un horizonte de seis años. Ni que decir tiene que no lo logró, aunque consiguiese ganar el Nacional norteamericano y ser medalla de bronce en el Panamericano de 2013, junto a Matthew Baranoski y Kevin Mansker.
Metido en su nueva faceta de velocista, descubrió los Seis Días y ni corto ni perezoso se decidió a escribir a Max Levi a ver si le podían hacer un hueco, ya en la edición de 2015. La respuesta negativa se tornó en un golpe de suerte, y en el cambio de su destino, cuando una lesión a última hora de Robert Fostermann le brindó la oportunidad de correr, al acordarse el germano de su carta, y pensar que un norteamericano podría darle un aire distinto a esta prueba. No se equivocó: en Berlín se presentó, con su aspecto poco ciclista, con su larga barba, pero convirtiéndose en uno de los favoritos del público, quizá por cosechar derrota tras derrota…. hasta que en la quinta noche se imponía al campeón olímpico Philip Hindes. El show de Koch fue apoteósico, volviendo loca a la multitud, que le gritaba ‘Nate for president’.
Todavía es tan aplaudido como los propios ciclistas Foto: Six Day Series |
“Una carrera de Seis Días no es solo una carrera, también es un espectáculo, y tengo otras cosas que puedo aportar que la gente disfruta. Firmas autógrafos todo el día y la gente se te acerca y quiere tomarse un selfie. Es divertido disfrutar y tratar de encarnar el espíritu de la cultura y la energía de seis días. Incluso cuando es el día cinco y estoy muy cansado y han sido días largos… siempre tengo en cuenta que hay miles de personas aquí para mirarnos y divertirse. Y si no sonrío, saludo e interactúo con ellos, entonces no estoy haciendo mi trabajo como corredor y showman", declaraba en la web de Peloton Magazine.
Y es que como recuerda en otra entrevista, en este caso en BLS Global, “desde el primer día de Berlín supe que había encontrado el tipo de ciclismo que mejor se adaptaba a mí. Realmente no tenía ningún conocimiento o comprensión de la ‘forma correcta’ de hacer las cosas, lo hice a mi manera. Afortunadamente para mí, llegué en un momento en el que se estaban comenzando a hacer muchos cambios y mi forma de hacer las cosas encajaba muy bien en eso”, para añadir que “cuanta más energía ponen los aficionados en el evento, más energía obtengo”.
La carrera de Koch terminó en 2018… pero ‘The Showman’ continúa ligado a los Seis Días, concretamente a las Six Day Series como embajador, poniendo su granito de arena en pro del espectáculo. Una actividad que combina con sus talleres de bicicletas en Long Beach y Carson City, en el mismo velódromo de Los Angeles, que será el escenario olímpico en 2028, y que también se lo ha marcado en su ‘agenda’: “¡Comentar en los Juegos Olímpicos de 2028 en Los Ángeles sería un sueño!”. Y ya sabemos de lo que es capaz Koch cuando se lo propone.
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