Zapatillas de carbono a medida, de 1.500 euros, para ganar los JJ.OO.

En un ciclismo tan avanzado en el plano tecnológico como el de pista, es de sobra conocido el trabajo que se realiza con bicicletas, ruedas, cascos o buzos con el fin de conseguir mejoras aerodinámicas que se traduzcan en unas décimas, que muchas veces es la diferencia de estar o no en el podio. Pero nunca habíamos sabido del trabajo especial que se puede hacer por unas zapatillas.

Por ello, es de un enorme interés el reportaje que publicaba ayer la web neerlandesa Trouw, centrado en la visita del campeón del mundo Harrie Lavreysen al artesano especializado Cornelis Tepstra, para encargar unas zapatillas de carbono que le acompañen en su objetivo de lograr el oro en Tokio.

Un calzado especial que aguante su potencia máxima de 2.500 vatios –“con la que hace trizas unas zapatillas normales”, y que tienen un coste de 1.500 euros el par, como se desprende de los encargos que le realizan desde países como Japón. Y es curioso también el hecho de que el velocista prefiere no firmar un contrato con un fabricante de calzado. “Si algo va mal, quiero poder cambiar de marca inmediatamente”. 

Entre los detalles que apunta Lavreysen, el más significativo es que no es un calzado cómodo, incluso resulta doloroso. La comodidad no importa. Nunca llevo zapatillas de ciclismo durante más de 15 minutos. Me los quito de inmediato entre sesiones". Tan ajustados, que no queda ni un milímetro libre entre los pies y el calzado, y que le obliga a cortarse las uñas en cada competición para que se adapten como un guante. Duros como una roca, con el objetivo de que toda la potencia muscular se transmita de forma efectiva a los pedales.

El reportaje, en neerlandés, puede leerse íntegramente en este enlace.

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