Historia de la pista en los JJ.OO. (XXIX): Rio 2016 también es británico

Los Juegos Olímpicos de Río, celebrados del 5 al 21 de agosto, pasaron por una serie de fases muy distintas, desde su nominación hasta su epílogo. De la ilusión en el momento de su nominación en 2009 debido a que eran los primeros Juegos que se iban a disputar en Sudamérica, en un país que por entonces estaba en un importante crecimiento económico -aunque ello supusiese la segunda derrota de Madrid que tuvo incluso más votos en la primera ronda, pero no en las siguientes-. Luego se pasó dos etapas de preocupación, una de carácter logístico, por el cambio de la situación económica que conllevó el retraso en la ejecución de las obras, y otra sanitaria, por la plaga del mosquito zika, que al final no supuso mayor problema en el invierno brasileño. De ahí se pasó al entusiasmo, por el notable desarrollo de los Juegos, sin ninguna incidencia salvo los problemas de transporte que ya se preveían en una ciudad con una orografía tan complicada como la brasileña. Y finalmente la secuela de los mismos, con numerosas instalaciones desaprovechadas, e incluso abandonadas.

El velódromo olímpico, ubicado en el Parque Olímpico de Barra, es un excelente ejemplo. Rio de Janeiro ya disponía de un velódromo en esa misma zona que había sido levantado en 2007, para los Juegos Panamericanos y como parte de la candidatura olímpica. Pero tenía varios pilares centrales que, según decían, dificultaban la visión, y una pista que no era lo suficientemente rápida. Por lo tanto, se planteó una reforma que resultaba tremendamente cara, tanto que se decidió construir uno nuevo, al ser más rentable… aunque el coste final del nuevo superase los 37 millones de euros. Desde 2013 problemas financieros y de seguridad en la construcción retrasaron la obra que no pudo ser entregada hasta un mes antes de la inauguración y sobre la que sólo se pudo rodar a partir del 24 de julio. ¿Y después? Abandono, pese a ser el único velódromo brasileño de tanto nivel, debido al altísimo coste de mantenimiento, y dos incendios, aunque durante los Juegos se celebró una competición ciclista de altísimo nivel.

Y antes de profundizar en la competición de pista, recordar a los tres grandes protagonistas de aquella edición: el nadador Michael Phelps que con cinco medallas más, culminaba su trayectoria con 28 metales (23 de oro), una cifra que será casi imposible de batir; el atleta Usain Bolt, con un nuevo triplete en las pruebas de velocidad, y la gimnasta Simone Biles, con sus cuatro oros… y sus exhibiciones.

Pero también debemos referirnos a los pistards británicos, que por terceros Juegos consecutivos arrasaron en el medallero de un programa que no cambiaba con respecto al de Londres: velocidad individual y por equipos, keirin, persecución por equipos y madison, para ambos sexos. Seis oros, cuatro platas y un bronce, para un total de once medallas, mientras que ninguno de sus rivales pudo pasar de dos.

En este equipo, hay que destacar el nombre de Jason Kenny. Retirado Chris Hoy, el de Bolton asumió el liderato de la velocidad británica. En la individual, marcaba el mejor tiempo en los 200 (9.5519 para no ceder en ningún enfrentamiento, salvo en la primera semifinal ante Denis Dmitierv, y derrotar en la final a su compatriota Callum Skinner, sin desempate. El bronce sería para el ruso, ganador también en dos mangas del australiano Matthew Glaetzer.

Los dos velocistas, con Philip Hindes como arrancador, formaron el trío que mantuvo un bonito duelo con la Nueva Zelanda de Ethan Mitchell, Sam Webster y Eddie Dawkins que en aquellos días vivía su mejor momento y incluso en la primera ronda marcaba un mejor registro que los británicos, aunque en la final les superaba por una décima (42.440 a 42.544). Francia, con Grégory baugé, François Pervis y Michaël D’Almeida se llevaba el bronce al superar a una Australia que se quedaba con el ‘chocolate’ por tercera edición consecutiva.

Y en el keirin, Kenny lograba el tercer oro que le llevaba a compartir el olimpo con Hoy de ser el ciclista con más oros en unos Juegos -seis y una de plata-. El neerlandés Matthijs Büchli y el malayo Azizulhasni Awang compartían podio con él.

En el fondo, Gran Bretaña recuperaba al mítico Bradley Wiggins para formar una cuarteta de lujo con Owain Doull, Steven Burke y Ed Clancy: Batían el record del mundo en la clasificatoria (3:51.934), en primera ronda (3:50.570) y en la final (3:50.265), donde daban cuenta de Australia, con Alex Edmondson, Jack Bobridge, Michael Hepburn y Sam Welsford (3:51.008). Dinamarca (Lasse Norman Hansen, Niklas Larsen, Frederik Madsen y Casper Von Folsach) superaba a Nueva Zelanda en la final B.

Solamente el ómnium se les escapó a los británicos, aunque Mark Cavendish terminaba en segundo lugar, superado sólo por Elia Viviani y con Lasse Norman Hansen como bronce, con 207, 194 y 192 puntos. El danés comenzó muy fuerte, ganando las dos primeras pruebas, el scratch y la persecución. Pero una mala eliminación le relegaría a posiciones inferiores, sin tener ya opciones ante un Viviani más regular.

En el fondo femenino, también color británico, con la entonces Laura Trott -novia de Kenny y hoy su mujer- llevándose dos oros, como había sucedido en Londres. En la persecución, junto a Katie Archibald, Joanne Rowsell Shand y Elinor Barker, superando en la final -récord del mundo incluido, 4:10.236- a la potentísima cuarteta estadounidense, con Sarah Hammer, Kelly Catlin, Chloé Dygert y Jennifer Valente (4:12.454). Canadá -Allison Beveridge, Jasmin Glaesser, Kirsti Lay y Georgia Simmerling, se imponía a Nueva Zelanda en la lucha por el bronce.

En el ómnium, ningún problema para Trott que, salvo en la puntuación final, acabó primera o segunda todas las pruebas, para sumar 230 puntos, por 206 de Sarah Hammer y 199 de la belga Jolien D’Hoore.

Finalmente, en las pruebas cortas femeninas, destacar que no hubo presencia de la dupla británica, aunque Becky James mantuvo un buen nivel con sendas medallas de plata. Una corredora que parecía llamada a ser la sucesora de Victoria Pendleton, en 2013, pero que no pudo competir varios años por diversos problemas físicos, para hacer una gran rentrée en estos Juegos.

En la velocidad, triunfo de la germana Kristina Vogel, con otra británica como bronce, Katy Marchant, en una prueba en la que la alemana iba de menos -sólo pudo ser sexta en los 200- a más, ganando todos sus enfrentamientos por la vía rápida. En el keirin, detrás de la neerlandesa Elis Ligtlee que supo jugar muy bien sus bazas, con Anna Meares, bronce, la que sería su sexta y última medalla olímpica.

En la prueba por equipos, China ratificaba su excelente nivel mantenido durante todo el ciclo olímpico y se llevaba el oro con Gong Jinjie y Zhong Tianshi, aunque no un récord del mundo establecido en primera ronda (31.928), ya que no fue homologado porque le obligaban a pasar el control antidopaje en ese momento, pocos minutos antes de la final. Las rusas Anastasiia Voinova y Daría Shmeleva fueron sus ‘víctimas’ en esa última manga, con Alemania -Vogel  Miriam Welte- completando el podio.

Fue precisamente en esta prueba en la que se obtuvo el mejor resultado de una España que sólo pudo clasificar tres pistards. Y es que para Helena Casas y Tania Calvo ya fue todo un éxito estar en Rio en un luchadísimo proceso de clasificación frente a Francia o Gran Bretaña. La dupla española incluso mejoró una plaza respecto a la octava de la clasificatoria, para terminar séptimas, es decir, con diploma olímpico. Individualmente, Calvo era 19 en velocidad y 21 en keirin, y Casas, 26 y 17, respectivamente. El otro español, Juan Peralta, sólo intervino en la velocidad, decimonoveno, pero como sus compañeras, el éxito fue estar en sus segundos Juegos.

Fuentes: Olympics.orgOlympedia y Wikipedia.

Fotos

  1. Mascotas oficiales. Foto: Comité Organizador
  2. Interior del velódromo en competición. Foto: Olympics
  3. Los entonces promedidos Laura Trott y Jason Kenny, cinco oros entre ambos. Foto: British Cycling
  4. La cuarteta británica. Foto: British Cycling
  5. Vuelta de honor de Viviani en Rio. Foto: CONI
  6. La delegación española, en la ceremonia de clausura. Foto personal Salvador Meliá
  7. Calvo y Casas, en acción. Foto: COE

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