La experiencia olímpica de Torrontegui en sus séptimos Juegos: “Torres y Mora son excepcionales y con ellos volverán las medallas”

En Rio ya estuvo con el COE

Marcelino Torrontegui es como Martínez, el del chiste -bastante malo y viejo, por cierto y que no sé si conocéis-, ese que cuando estaba en el Vaticano hablando con el Papa todo el mundo que los veía comentaba: ¿Quién es ese de blanco que está con Martínez?

Y es que a ‘Torron’, como a Martínez, le conoce todo el mundo, y no sólo en el mundo del ciclismo, donde estuvo como fisio desde 1988 hasta el 2000, o el futbol, en el Málaga CF desde entonces hasta el año pasado, sino en cualquier ámbito deportivo, ya que no sólo es un excelente y reconocido profesional sino que también es una persona abierta, siempre dispuesta a echar una mano… y a charlar contigo un rato, con una conversación amena, llena de detalles interesantes y amenas anécdotas, como es en este caso su experiencia olímpica: Tokio serán sus séptimos Juegos, los cinco primeros como técnico de la Federación Española de Ciclismo, y los dos últimos, como miembro de los servicios médicos del COE, centrándonos en una disciplina como la pista “que tardé en conocer, pero me impresionó por el trabajo que hay detrás, por lo dura que es. Y también por su versatilidad, con diferentes morfologías de corredor con los que hay que trabajar de diferente manera”.

Debut en pista con el récord de la hora

Con Rominger en su record de la hora

Curiosamente su primera experiencia en pista no fueron los Juegos, sino otra prueba tan exigente como el récord de la hora, que vivió con su entonces pupilo y después íntimo amigo Toni Rominger, en otoño de 1994, y por partida doble. Una experiencia que para él también fue bastante intensa. “Estamos hablando de un ciclista de carretera, que no estaba acostumbrado a esa posición, en la que se sufre bastante más que en otras modalidades, sobre todo a nivel de espalda. Había que trabajar mucho con él muscularmente para que recuperase”.

Atlanta 1996 fue “mi primera experiencia, pero los que menos he disfrutado, porque estábamos fuera de la villa, y salvo las competiciones y la ceremonia de clausura, tuvimos poco contacto”. De aquellos Juegos recuerda una anécdota “de estar en la habitación de Miguel Indurain con Martín Fiz, que había hecho cuarto y había que animarle. Y yo me preguntaba qué hacía allí, con esos dos monstruos”.

Cuanto años más tarde, en Sidney, “me gustó mucho la experiencia de estar todos juntos en una casa, con lo que la convivencia con todos fue mayor. Fue la primera vez que disfruté la pista, yendo a los entrenamientos”.

Imposible superar la profesionalidad de Llaneras

Personalmente recuerda “la sabiduría de Toni Cerdá, su forma de transmitirla y de entender lo compleja que es la pista”. Y allí fue donde más relación trabó con Joan Llaneras “aunque ya le conocía de la carretera y de Atlanta”. Del de Porreres tiene una excelente valoración. “Es una de las personas que más me ha impresionado en el mundo del deporte, por su capacidad de trabajo, de analítica, por su estrategia, por su método. Aúna en un profesional tantas virtudes, que superarle es imposible”.

“Sólo con la mirada, sabía lo que tenía que hacer”

Con Llaneras, además, llegó a un alto grado de complicidad. “Sólo con la mirada ya sabía lo que tenía que hacer. Ya sabía si darle agua, si pasarle la toalla, si secarle la frente…” Nos comenta que en lo que se refiere a su trabajo como masajista, “trabajar con él o con los otros fondistas no suponía nada en especial, lo mismo que cualquier otro ciclista de ruta. Distinto era con los velocistas, porque tienen un tono muscular muy fuerte”.

Por aquellos tiempos, ya había pasado a trabajar con el Málaga Club de Fútbol, pero continuaba colaborando con la selección española, tanto en Mundiales de carretera como en Juegos Olímpicos. De esta forma estuvo en Atenas 2004, “donde empezamos muy mal la carretera porque la suerte no acompañó, por las caídas. Luego cambió la suerte, y tuvimos todo un espectáculo de medallas. Jaume Mas lo hizo muy bien y formó un equipazo, además de ser un libro abierto, lo mismo que Eloy Izquierdo”. También guarda un gran recuerdo de José Antonio Hermida, “otro tío impresionante, un fenómeno. Me acuerdo de que cogía los carritos que había para moverse por la villa, que eran como los de golf, y que le gustaba hacer trompos con ellos”.

Cuatro años más tarde, Pekín, de los Juegos de los que posiblemente guarda mejor recuerdo. “Sólo por la majestuosidad del recorrido de carretera, que acababa en la gran muralla mereció la pena. Me levantaba todos los días a las cinco de la mañana para darme una vuelta y ver algo, antes de empezar a trabajar a las ocho. Recuerdo también que la gente se portó de forma maravillosa con nosotros”.

Unos Juegos que comenzaron de forma increíble con Samuel Sánchez. “Ganamos la medalla de oro el segundo día, con un equipo con cinco tíos impresionantes. Creo que nunca va a haber un quinteto como ese en unos Juegos. Y luego el espectáculo de Llaneras, que sabíamos iba a ser sus últimas carreras y dio auténticas exhibiciones”.

Trabajando las piernas de Sergi Escobar
“Con esa mentalidad y su clase es fácil que lleguen los resultados”

Ya no hubo medallas en Londres cuatro años más tarde. “Fueron unos Juegos muy distintos para el ciclismo, después de lo que vivimos en Sidney o Atenas. Ya no teníamos el mismo potencial”. Allí debutaron Sebastián Mora y Albert Torres, a los que Torrontegui tiene en muy alta estima. “Son dos corredores excepcionales y estoy seguro de que con ellos van a volver las medallas. Pienso que se parecen mucho a Llaneras, sobre todo Torres, en el aspecto mental. No tienen la frialdad de Joan, pero si lo tienen muy claro. Y con esa mentalidad y su clase es fácil que lleguen los resultados”. 

Ahí también volvió a estar con Juan Martínez Oliver, al que ya estuvo como corredor en Atlanta, “aunque con él he coincidido mucho en carretera, como corredor y luego como director, y tengo una relación excepcional. Es una persona que tiene mucha ilusión y profesionalidad”.

¿Quien es ese que está de azul con 'Torron'?

Pero antes de Tokio, estuvo en los Juegos de Río. La Federación Española de Ciclismo no le requirió en esta ocasión, pero su buen hacer no pasó desapercibido para el COE. “Tuve la suerte de trabajar con muchos deportes que no conocía de cerca, como vóley playa, tiro, boxeo, halterofilia… Atendí a mucha gente y pasé mucho tiempo viendo competiciones”. Recuerda que le impresionó mucho “la preparación, el calentamiento que tienen en deportes como la halterofilia y el boxeo”.

Cuando estas líneas vean la luz, 'Torron' estará viajando -o a punto de hacerlo- hacia Tokio, donde volverá a estar al servicio del COE, en la Villa Olímpica, pero dispuesto a echar una mano al ciclismo si se lo piden, aunque los pistards no estarán en Tokio sino en Izu. “¿Cómo no voy a colaborar con el ciclismo si es el deporte que me ha dado todo?”.

Un deporte al que no descarta volver después de que acabase su relación de veinte años con el Málaga. “Ahora doy clases en la Universidad de Málaga y en un master en la Alfonso X, pero hecho de menos más actividad. Soy como un Ferrari en primera. Han sido muchos años viajando todas las semanas y claro que lo echo en falta”.

De momento, sus ganas de movimiento las ‘aplaca’ gracias a su hija Carlota, flamante campeona de España de natación a los 17 años, en 200 mariposa, "ya que voy como fisio con la Federación Andaluza a las competiciones. Es un deporte sin apenas repercusión económica, pero con mucha ilusión”. Y una ilusión que sería máxima si ambos coinciden, en sus respectivos ámbitos, en París 2024.

Todas las fotos, de la colección privada de Torrontegui

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