Historia de los Mundiales (V): Los primeros títulos femeninos, en 1958

Burton, con uno de sus arco iris.
Foto: Jac de Nijs / Anefo -  Dutch National Archives

El periodo de la historia de los Campeonatos del Mundo de pista que nos ocupa hoy nos lleva desde 1958 hasta 1964. Pocos años, pero muy significativos, destacando la introducción en ese primer año, en el Mundial de París, de las dos primeras pruebas femeninas, velocidad y persecución. Fueron dos ciclistas soviéticas las que inauguraron el palmarés, Galina Ermolaeva y Ludmila Kotchetova. La primera de ellas ganaría las cuatro primeras ediciones consecutivas, aparte de otra más en 1963; la segunda solamente lograría aquel título, antes de dar paso a una de las grandes persecucionistas de la historia.

Nos referimos a Beryl Burton, cinco veces ‘arco iris’ en esta disciplina, en 1959, 1960, 1962, 1963 y 1966, y que tuvo una gran rival en la belga Yvonne Reynders, ganadora en las tres ediciones en que no triunfó la británica, que también fue tres veces medallista de plata (1961, 1964 y 1968) y cuatro de bronce, en 1967, 1970, 1971 y 1973, aparte de dos veces campeona del mundo en carretera. Fue la primera ciclista en recibir la Orden del Imperio Británico, y que falleció con apenas 58 años por un problema cardiaco, que le había acompañado durante buena parte de su carrera deportiva.

La segunda nota más característica de aquellos años, con todas las ediciones disputadas en Europa y con estreno en 1960 de la República Democrática Alemana como sede, concretamente en Leipzig, fue el acercamiento entre los programas mundialista y olímpico

Sello conmemorativo del Mundial de Lepizig. Foto: Wikipedia
En concreto fue en la edición de 1962 en la que se introdujo la persecución por equipos, entonces llamada olímpica, que estaba en el programa de los Juegos desde 1908; por el contrario, en Tokio 1964 se añadía la persecución individual. La coincidencia de programas se produciría no muchos años después. Alemania Occidental y la Unión Soviética serían las selecciones más fuertes en aquellos primeros años. Por el contrario, en la individual, encontramos a grandes nombres de la carretera como triunfadores también en el velódromo, en esa categoría profesional sobre cinco kilómetros: Roger Rivière, triple triunfador entre 1957 y 1959, relevado en los dos años siguientes por el alemán Rudi Altig, tras a ver sido campeón amateur un año antes. El neerlandés Henk Nijdam también conocería el triunfo en las dos categorías, en 1961 y 1962, respectivamente.

Valentino Gasparella, Sergio Bianchetto -dos títulos cada uno como amateurs- y Sante Giardoni -con uno en cada categoría- ratificaron el dominio de Italia en la velocidad, aunque el rey era un hombre que ya habíamos presentado, Antonio Maspes, que a los títulos profesionales de 1955 y 1956 añadiría otros cinco más, de 1959 a 1962 de forma consecutiva, y en 1964.

Por último, París 1958 también trajo novedades en el mediofondo, al recuperar la prueba amateur que se dejó de disputar con ocasión de la I Guerra Mundial. El belga Romain Deloof ganaría dos de estas ediciones, y una tercera como profesional, aunque eso fue después del reinado de un Guillem Timoner que sumaba cuatro ‘arco iris’ más, en Amsterdam (1959), Leipzig (1960), Milán (1962) y París (1964), antes de rematar en San Sebastián (1965), edición que merece un capítulo especial en esta historia.

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