Historia de los Mundiales (VII): Convergencia con los Juegos en 1966

Sportpaleis d'Anvers, el primer velódromo cubierto en acoger un Mundial, y durante mucho tiempo el más grande del mundo. Twitter David Guenel

Los Mundiales de 1966 en Frankfurt supusieron la entrada de la velocidad tándem -o simplemente tándem- y del kilómetro, ambas para amateurs. Ello suponía que, después de siete décadas, el programa de los Juegos Olímpicos estaba totalmente integrado en el de los Campeonatos del Mundo, aunque todavía habría algunos ‘flecos’ por resolver, como la absurda separación entre profesionales y amateurs o la ausencia de féminas en la cita olímpica, que no se resolvería hasta veinte años después.

De esta forma, los aficionados afrontarían seis pruebas -velocidad, persecución individual y por equipos, kilómetro, tándem y medio fondo- por las tres habituales de los profesionales -velocidad, persecución y medio fondo- y las dos femeninas -velocidad y persecución-. Un programa que se mantendría durante todo el periodo que analizamos hoy, hasta 1972, salvo ese último año, en Marsella. Y es que se decidió que los años olímpicos no hubiera Mundial en las disciplinas olímpicas, una norma que estuvo vigente hasta Barcelona’92.

Morelon, uno de los mejores velocistas
de todos los tiempos

En el periodo que analizamos hoy, precisamente hasta 1972, volvemos a encontrar una mayoría de sedes europeas, salvo en 1968, cuando las pruebas amateurs se disputaron en Montevideo y las profesionales y femeninas, en Roma. También hubo reparto al año siguiente, cuando Amberes se llevó la persecución y la velocidad profesional, dejando para Brno el resto de competiciones. Por cierto, en la ciudad flamenca fue la primera vez que se disputó un Mundial en una pista cubierta, algo que entonces fue una excepción y ahora es la norma general.

Daniel Morelon fue uno de los grandes protagonistas de este periodo, al ganar cinco de sus siete títulos de velocidad (1966, 1967, 1969, 1970 y 1971), mientras que en profesionales se destacaron Patrick Sercu (1967 y 1969) y Giuseppe Berghetto (1966 y 1968, tras haber ganado el año anterior, en San Sebastián). Morelon también sumaría un oro más, el inaugural en tándem, en una disciplina en la que subiría otras cuatro veces al podio en este periodo, aunque la pareja más destacada sería la de los alemanes Hans-Jürgen Geschke -el padre del actualmente profesional Simon- y Werner Otto, con dos oros (1969 y 1971) y una plata (1970).

Niels Fredbog, triple medallista olímpico en el kilómetro, con el oro en Munich’72, también brillaba en los Mundiales, que se llevaba en 1966, 1968 y 1970.

Tamara Garkuchina. Foto: Wikipedia

Entre los persecucionistas, destacar al británico Hugh Porter, triple arco iris profesional en este periodo (1968, 1970 y 1972) rematando el póker el año siguiente, al aficionado suizo Xavier Kurmann (1969 y 1970) y al colombiano Martín ‘Cochise’ Rodríguez, primer campeón sudamericano de la historia, en 1971. Por equipos, Italia, Unión Soviética y Alemania Occidental fueron las selecciones más destacadas del periodo, aunque en 1968 nos encontramos con un inédito podio -y que nunca más tendría a estas selecciones- con Argentina y la Suecia de los Petterson acompañando a los ‘azzurri’.

Nos quedan las pruebas de mediofondo donde España no pudo seguir con la triunfal trayectoria que comenzó Guillem Timoner, aunque el inolvidable Toni Cerdá lograba el bronce en Leicester’70. El neerlandés Piet de Wit (1988 y 1967) y el alemán Horst Gnas (1971 y 1972) se llevaban dos victorias en la categoría amateur en este periodo, mientras que entre los profesionales destacaron los belgas Leo Proost (1967 y 1968) y sobre todo Theo Verschueren, subcampeón en 1969 y 1970, y campeón en 1971 y 1972.

Terminamos este repaso con las pruebas femeninas. La velocidad seguiría siendo coto cerrado de las soviéticas, con Galina Tsareva como triple ganadora en 1969, 1970 y 1971, y con Galina Ermoleava volviendo a lo más alto en 1972, conquistando su sexto ‘arco iris’, nueve años después del anterior. La persecución, tras el último triunfo de Beryl Burton (1966) daba paso a una nueva etapa soviética, con Tamara Garkuchina como figura de referencia: ganadora en 1967, 1970, 1971 y 1972, pero también los dos años siguientes, a los que nos referiremos en las próximas entregas.

Y es que 1973 también tiene un interés especial como para dedicarle un capítulo específico, ya que suponía el segundo Mundial español, con regreso a San Sebastián, pero en unas condiciones muy distintas a las de 1965.

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