Los problemas que pueden aparecer por la coincidencia en Glasgow 2023 de los Mundiales de pista ‘absolutos’ con los de paraciclismo

Uno de los aspectos señalados en la Agenda 2030 -la ‘hoja de ruta’ del ciclismo UCI para los próximos años- es el desarrollo de la inclusión, promoviendo “cuando sea posible” la integración de las pruebas paraciclistas en los Mundiales de carretera y pista, que vamos a llamar ‘absolutos’ siguiendo esa denominación que utiliza Alfonso Cabello de forma tan acertada.

Y en el caso de la pista, la integración va a ser casi inmediata, ya que los SuperMundiales de Glasgow, en 2023, van a tener las competiciones de pista adaptada y absoluta en unas mismas fechas y escenario, el velódromo Sir Chris Hoy entre el 3 y el 9 de agosto.

Con ello se da un paso, casi el definitivo, en pro de la inclusión, y obviamente desde la filosofía del deporte todo el mundo tiene que estar de acuerdo con esta integración. Además, el deporte adaptado, en general, y el paraciclismo, en particular, han llegado a unos niveles de profesionalidad e incluso, de profesionalización que no tiene nada que envidiar al absoluto. La única diferencia puede radicar en el tipo de pruebas, ya que las paraciclistas son en su mayor medida cronometradas, con menos alicientes que las de grupo, sobre todo cuando hay hasta diez categorías de bicicletas distintas según la discapacidad y que deben repetir persecuciones y kilómetros, lo que puede suponer un mayor cansancio para los espectadores, acostumbrados a la variedad y alternancia del programa convencional.

Sin embargo, la integración va a suponer una serie de cambios que pueden generar una algunas circunstancias negativas, que hay que prever desde ya para que este ensayo de Glasgow sea un paso hacia el futuro y no una barrera insoslayable. Y es que el problema no es de nivel, sino de volumen. Para entendernos, muy parecido a que se juntasen un Mundial élite y uno junior, algo que, por cierto, sucederá en los SuperMundiales de Alta Saboya 2027, donde coincidirán absolutos élite, juniors y paraciclistas. Razón de más para no dejar cabos sueltos en Glasgow.

Aumento de días de competición... y de gasto de estancia

Las estructuras del paraciclismo no tienen nada
que envidiar al ciclismo absoluto. Foto: Fed. Española

La primera consecuencia no se ha hecho esperar: los días de competición aumentan hasta siete, en vez de los cinco habituales en los Mundiales absolutos y los cuatro en los de paraciclismo. Y ello se traduce en un coste nada desdeñable, ya que en la ciudad escocesa los precios de las habitaciones se han inflado hasta la locura: el bloqueo de habitaciones ha supuesto que ahora mismo sea casi imposible encontrar una habitación doble por menos de 500 libras la noche. Por cierto, ya va siendo hora de que la UCI reparta el pastel de ingresos en estos eventos con las Federaciones y pague parte de la estancia, con un fijo por participación o con un variable por resultados, como se hace en otros deportes.

En segundo lugar, las estructuras de ciclismo absoluto y paraciclismo son diferentes en la mayoría de los países, lo que en la práctica supone dos selecciones nacionales distintas, con su material y sus necesidades diferenciadas. Entre ellas, el disponer de su propio espacio. Y si ya en un evento de gran nivel la pelousse está atestada, con una participación mayor al confluir los dos grupos, los problemas van a ser acuciantes. Y en cuanto a las selecciones de menor nivel, que comparten material (ruedas, rodillos, mesas de masaje…), está claro los problemas que pueden surgir al coincidir sus competiciones.

La pelousse, totalmente llena en el pasado Europeo de Anadia. Foto: UEC

Este mismo problema se traslada también a la pista, a la madera. No a las competiciones, donde suponemos que ya habrán hecho encaje de bolillos para organizar un programa válido para todos y atractivo para los espectadores, sino a los entrenamientos. Y es que ciclistas absolutos y adaptados no pueden coincidir rodando ni los días previos ni en los huecos de mediodía entre sesiones. También aquí habrá que hilar fino para que todo el mundo pueda entrenar, ya que los horarios están ya bastante apretados: en el próximo Mundial absoluto de Saint-Quentin-en-Yvelines hay seis franjas de entrenamiento en los días previos, de hora y media cada una, con unos 60 ciclistas de diferentes países en cada sesión.

Posiblemente haya otros aspectos similares que se me hayan pasado en este rápido repaso, aunque hay un último detalle que posiblemente mucha gente desconozca y que también convendría resolver: los paraciclistas tienen que pagar una tasa de inscripción por competir en un Mundial, abonada por sus Federaciones. Suponemos que la integración acabará definitivamente con esta desigualdad si estamos hablando de un mismo deporte de competición.

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