La velocidad española ha demostrado merecer un técnico específico

Una de las primeras medidas que tomó Peter Keen cuando se hizo cargo de la parcela de rendimiento de la ‘recreada’ British Cycling a finales del siglo pasado fue remplazar los colores nacionales -rojo, azul y blanco- del maillot de la selección por un verde lima absolutamente novedoso y ajeno, lo que generó muchos sentimientos encontrados, y sobre todo una profunda indignación. Algunos años después, Keen le contaba a Peter Moore en su libro ‘Héroes, villanos y velódromos’ que “fue un intento deliberado de provocar”, una forma de plasmar su ideario sobre cómo iban a cambiar las cosas.

El cambio de imagen apenas duró un par de temporadas (*) y estuvo acompañado de otras medidas mucho más prosaicas como contratar a un verdadero técnico de pista como Martin Barras que fue el que empezó a sacar todo el potencial que llevaban dentro los Jason Queally, Craig McLean, Chris Hoy y compañía. Y como bien sabéis, las cosas cambiaron. ¡Y de qué manera!

En España, donde necesitamos a un Peter Keen más que el comer, quizá también se agradecería ese rediseño si significase que iban a cambiar radicalmente las cosas, algo de lo que cada vez vemos más necesario… y desgraciadamente cada vez más lejano. Pero lo que realmente es urgente es una reestructuración en la estructura técnica del ciclismo, especialmente en pista. 

No voy a hablar de la incongruencia que supone tener un mismo seleccionador para dos modalidades que, por calendario y filosofía, son incompatibles en muchos momentos del año. Tampoco de la carencia de un técnico que trabaje con los juniors y que nos permitiera poder acudir a competiciones como The Next Generation, y no esperar al mes de abril para comenzar con la planificación anual… y a que salgan Héctores y Rubenes que nos saquen las castañas del fuego, sin dar continuidad al trabajo que se hace en las Autonómicas.

Ni voy a entrar en el tema de los fondistas porque hay gente que tiene la piel muy fina y las entendederas aún más, y se creen que cualquier crítica contra ‘el sistema’ se refiere a los corredores, que no son sino las primeras víctimas, aunque en este sentido creo que Aner Moreno sigue mereciéndose una oportunidad… siempre que le dejen trabajar. 

Simplemente quiero llamar la atención sobre el hecho que debemos ser el único país de la élite mundial que no tiene un técnico específico de velocidad… cuando los sprinters españoles están clamando, con su dedicación y resultados, por una persona capacitada y experta que pueda llevarles a más altas cotas. Y sobre todo, que dejen de ser el ‘patito feo’, y el chivo expiatorio cuando a otros no les salen las cosas.

En Apeldoorn hicieron su mejor marca desde que los tres compiten juntos, con una sensible progresión en una pista que no era demasiado rápida, y dando, además, la impresión de que pueden seguir en esa línea. “El tiempo es muy bueno, aunque es verdad que aún nos falta un poco y queremos dar más", comentaba Pepe Moreno en el Europeo. Eso sí, me resisto a decir que fue récord de España porque sería olvidarse de que hay una marca mejor, en unos tiempos de penurias e ignorancia, cuyas culpables son los mismos que ahora intentan, sin el más mínimo criterio, sacar a la pista española del pozo en que la metieron.

Martínez, Moreno y Jiménez: más importante el registro de
Apeldoorn que el pseudo-récord. Foto: Fed. Española

Me quedo como balance con las palabras de Alejandro Martínez: "Es importante destacar la ayuda que nos ha brindado Juan Peralta en todo este tiempo atrás, es alguien muy importante para nosotros”. Ignoro, aunque me imagino, las razones por las que el navarro no llegó al organigrama federativo hace unos meses. Pero en el poco tiempo que estuvo en la sombra, sus efectos se dejaron ver, como recuerda el alicantino… aunque se siga a muchas décimas de distancia de las selecciones que nos preceden. Y si la efectividad del trabajo realizado es una buena razón para contratar ese técnico, todo lo que queda por hacer es la segunda y fundamental. Y ojo, puede ser Peralta… o cualquier otro que cumpla con los mismos requisitos, y tenga la misma disposición (que tampoco hay tantos).

Un técnico que, además, entienda lo que es una competición y que en el velódromo pueda aconsejar a los corredores respecto a aspectos tan básicos pero necesarios, como desarrollos o tácticas, ya que no es todo la preparación. Persona que no existe ni por asomo en la actualidad. Y que pueda tener un cometido adicional, e igual de necesario, de sacar velocistas hasta de debajo de las piedras, como no me canso se repetir hace Ivan Quaranta en Italia, que incluso ha sido capaz de llevar a uno de sus ex fondistas a una medalla europea en el keirin. Que busque y que dé apoyo y confianza a lo poco que hay por detrás. Y no es sólo cuestión de dinero, como tenía British Cycling poco después de la llegada de Keen, con la entrada de la Lotería Nacional, o como pasa con Italia ahora: hay países con menos medios que España ahora mismo que obtienen muchos mejores réditos. A lo mejor es simplemente porque tienen más ganas o dedicación. O interés por hacer las cosas bien, no solo por cumplir el expediente.

PD: Y no hablo del caso de Helena Casas, todavía con opciones reales de estar en París 2024, y cuyo absoluto abandono federativo palía la corredora catalana perfectamente realizando su propio trabajo con su propia estructura. Y le funciona.

(*) El maillot verde-lima todavía se usa en British Cycling, como representativo del Team Inspired, ese equipo comercial paralelo, una iniciativa que también merecería ser adoptada en nuestro país.

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