De la exhibición de Pogačar a la presencia de los velódromos de Turín

Después de haber visto la enésima -aunque seguro que no la última de este Giro- exhibición de Tadej Pogačar en una cima mítica como el Santuario de Oropa, pocos se acordarán ya de que la etapa había comenzado casi cuatro horas antes en el Velódromo Pietro Francone.

Narvaez, en la salida de la etapa. Facebook: Giro d'Italia

Tampoco ayudaba mucho el hecho de que la etapa recogiera lógicamente en su denominación el nombre de la población, San Francesco al Campo, en lugar de este recinto al que lógicamente le queremos rendir un pequeño homenaje hoy en TrackPiste, puesto que hace mucho tiempo que los velódromos dejaron de ser escenarios habituales de las llegadas de las grandes carreras, aunque en el caso del Giro de Italia, jamás había soltado amarras una de sus etapas de un recinto similar.

El velódromo nació en 1996, construido en un tiempo récord, gracias a la pasión del presidente de la sociedad ciclista, Carlo Martinetto, y el hombre que le daba nombre a esta sociedad y que financió en su totalidad la construcción, Pietro Francone. En 2017 fue enteramente remodelado, esta vez con la intervención de las instituciones locales y comarcales.

Pese a ser un velódromo descubierto, ha acogido numerosos campeonatos italianos y mantiene una amplia actividad, aunque desgraciadamente no pudo mantener la celebración de los Seis Días de Turín y, curiosamente, la última gran actividad ciclista había sido... el Ciclocross Internacional de Turín, el pasado mes de noviembre.

Pero no ha sido el único velódromo con protagonismo en la salida turinesa del Giro, ya que el histórico y centenario Motovelódromo, también ha estado vinculado estos días a la ‘corsa rosa’, con una exposición de siete paneles artísticos de temática ciclista, y todos ellos con un estilo particular que rinde homenaje al futurismo pero con los colores grises y rosas características de la carreta italiana... y que nos da pie para hablar de este segundo velódromo, muy distinto al Francone.

Una imagen de la exposición. Foto: Spazio Torino

Construido en 1920, en una época de pomposidad arquitectónica, se notó también en la construcción deportiva: una cuerda de 397 metros con unos peraltes bastante pronunciados para que se pudieran disputar carreras de motos e incluso de coches en él, aunque para garantizar su viabilidad tuvo que acoger todo tipo de eventos, deportivos o no. Eso sí, siempre tuvo una vinculación con el ciclismo en carretera, como final de la histórica semiclásica Milano-Torino, hasta el 2002.

El 30 de septiembre de 1990 recibió el nombre de Fausto Coppi, en el trigésimo aniversario de la muerte del ‘campionissimo’, aunque su declive como velódromo era ya evidente e incluso se prohibieron las pruebas ciclistas pocos años después, aprovechándose únicamente el interior para ferias y exposiciones.

De hecho, incluso estuvo a punto de ser demolido y vendido para instalar una gran superficie comercial. Pero gracias al entusiasmo de un grupo de aficionados, no sólo se ha recuperado la pista, sino que se ha creado un centro multideportivo que engloba padel, vóley playa e incluso natación entre otros deportes, y que está abierto a todos los turineses.

Y no olvidemos que Turín también tendrá protagonismo en el mes de julio, como final de la tercera etapa del Tour de Francia.

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