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Reinhardt, a la derecha, y Kluge, a la izquierda, en uno de sus podios. Muy diferentes, pero muy fuertes cuando se juntan. Foto: BDR |
Integrante de la cuarteta alemana desde hace más de una
década, no es en esta prueba donde más éxitos ha conseguido, a pesar de
tener dos medallas de plata europeas en 2012 y 2014, y ser un elemento clave en
los equipos de persecución de Rio 2016 y Tokio 2020, con una quinta y una sexta
posición.
Y es que decir
Theo Reinhardt es asociarle inmediatamente
con Roger Kluge, su compañero de madison, aunque su primera medalla -un
lejano bronce en el Mundial de 2013- lo consiguió con Henning Bommel de
compañero. Pero la americana no estaba por entonces en el programa olímpico lo
que le supuso tener que dar prioridad a la persecución. Hasta que en 2017
cambio todo, con la perspectiva de la recuperación de la prueba por parejas en
Tokio. Y con la garantía de
tener a Kluge como compañero, con el que ha sido
dos veces ya campeón del mundo (2018 y 2019) y tres continental (2022, 2023 y
2024), algo a lo que se refiere con una sinceridad aplastante:
“Me
considero un buen ciclista, pero nunca pensé que sería campeón del mundo”,
aunque también reconoce en la web del servicio de prensa de la BDR que
“hemos
escrito un pedazo de historia del deporte”.
Por cierto, la prueba olímpica japonesa no se les dio
demasiado bien -novenos-, por lo que París es un objetivo doblemente
importante, por quitarse la espina y porque serán los últimos Juegos Olímpicos
para ambos. Además, este berlinés, de 33 años, sabe que su protagonismo
este verano no estará en la persecución, aunque vuelva a correrla con Alemania,
dada la estructura de fuerzas a nivel mundial, aunque siempre le estará
agradecido a esta disciplina: “Ahí empezó todo y todo se desarrolló a partir de
ese momento”.
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Segundo por la izquierda en el grupo de persecución alemana, prueba a la que siempre le estará agradecido. Foto: BDR |
Es curioso porque Reinhardt y Kluge son radicalmente
distintos en muchos aspectos. Comenzando por el físico -1,93 a 1,77-,
continuando por el estético -y cualquiera que les haya visto en acción sabe de lo que estoy hablando- y por supuesto en sus características en carrera,
con el berlinés más fondista y el de Bradenburgo más esprínter. Pero
también fuera de la pista. “Sí, nos complementamos muy bien como equipo y
también personalmente. Roger es una persona más tranquila, yo soy más
impulsivo. Probablemente sean los opuestos los que nos hacen tan fuertes. Y
los éxitos ciertamente hablan por sí solos. Creo que ambos podemos decir que
juntos hemos logrado mucho en nuestras carreras”.
De cara al mes de agosto, “una medalla es claramente
nuestro objetivo en los Juegos de París. Nos hemos colocado en una muy buena
posición de partida en términos deportivos, eso está fuera de toda duda.
Cuando fue necesario, cumplimos y demostramos nuestra fuerza”, afirma
Reinhardt, que todavía sabe que se necesita un día casi perfecto para ganar
una medalla “sin importar el color, que es algo más importante para mí que
cualquier título”.
Una excelente forma de despedirse de un ciclista que, como
tantos, añora la vida familiar pero que desea compartirla en el futuro de
una forma tan alternativa como en una autocaravana.
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