Españoles por el mundo... del keirin (3): Escuredo, no hay dos sin tres

Vestido de 'teletubbie', como le gusta decir. Facebook JAE

Después de haber presentado a David Cabrero y a José Antonio Villanueva, el tercer y último corredor español en competir en el Japan International Keirin fue José Antonio Escuredo, aunque posteriormente tendríamos el epílogo de Helena Casas, la única fémina nacional en el Imperio del Sol Naciente.

Fueron tres campañas, 2005, 2006 y 2007, cuando ya había sido, justo un año antes, subcampeón del mundo y olímpico en esta disciplina, títulos a los que sumaría una segunda plata en 2006, aparte de las dos medallas obtenidas en la velocidad por equipos. Estaba claro que sería el siguiente español y por lo tanto no le sorprendió la invitación.

“Siempre había querido ir, pero no sabía qué criterios tenían en cuenta. Ya había sido cuarto en el Mundial de 2002. Pero con los resultados de ese 2004 sabía que me tenían que llamar. Llegó la carta a la Federación, pidiendo un montón de cosas, sobre todo de burocracia, ya que tenías que sacarte la visa con mucha antelación. Y, sobre todo, que hablaras inglés. De la bicicleta ya estaba avisado, y la pude conseguir gracias a Meliá, pero también había otras cosas, como los rastrales. ¿De donde los saco, si ya no se usan? Afortunadamente puede conseguirlo todo. Me mandaron el billete para viajar en primera clase, y luego ir a la Escuela de keirin, para el aprendizaje”.

Y aunque estuvo tres temporadas, “en las tres tuve que hacer lo mismo, con el examen que era desmontar y construir una bicicleta en el orden que te decían. A mi me ponía muy nervioso, pero estaba con Gané y a él se le daba muy bien. Luego lo entendí porque no puedes llevar un mecánico, y en las carreras, si llegas, te pagan, pero si no terminas, no”.

Trajeado, con sus compañeros internacionales, entre ellos Theo Bos,
Rene Wolff, Laurent Gané o Chris Hoy, el primer año. Facebook JAE
Ese primer año coincidió con Chris Hoy, en la única temporada en la que el escocés estuvo en Japón. “Llegaba muy preparado, me había entrenado como para competir en un Mundial. En la escuela se me daba muy bien y pensé ‘verás la caña que les vamos a meter.’ Pero ganaba la serie y luego en las finales era el último. Empecé a comerme la cabeza. Estaba mosca porque pensaba que era un juvenil, que no me podía pasar eso. Pero hablé con Chris, que venía de ser campeón del mundo del kilómetro, y a él le sucedía lo mismo. Tuvimos que volver a aprender a correr. A partir de ese día comenzó a ir mejor y al año siguiente empecé a ganar. Y el último año me fue mejor, aunque estuve lesionado y no obtuve los mejores resultados”. En cuanto a la táctica“lo que me gustaba era atacar de lejos, senko, como lo llaman ellos”.

De esta forma, el periplo de ホセアントニオ エスクレド en esas tres campañas, con tres victorias absolutas -la primera de ellas en Kawasaki, el 6 de julio de 2006-, con veintidós carreras ganadas y cinco en segundo lugar, de un total de cuarenta.  “Sabía que el máximo que podías correr era tres años, salvo que fueras campeón del mundo. Pero además estaba lesionado y no volví a tener la oportunidad”.

La 'tradición' de invitar a una bebida... con el pulso a 200. Facebook JAE
En competición, hubo dos cosas que le sorprendieron especialmente. “Siempre te estaban revisando la bicicleta y el material para que estuviera en perfectas condiciones. Si había algo que estaba mal, te obligaban a cambiarlo. Tenías que comprarlo en el velódromo. No te cobraban, pero luego te lo descontaban de los premios”. Por otro lado, “hay una tradición que es que, si ganaban una carrera, tenías que invitar a una bebida, a un Gatorade o similar, a tus compañeros. Imagínate con el pulso a 200 y persiguiendo a la gente para darle la bebida”, se ríe recordándolo.

Igualmente tiene un recuerdo especial de los velódromos. “Son impresionantes, hay a lo mejor 2.000 personas y parece que están vacíos. Hay pantallas gigantes en las que puedes ver las carreras y pensaba que, si veía moverse a los que van detrás de mí, podía reaccionar mejor. Pero probé moviendo la mano y ví que tenía un retardo, por lo que no me sirvió de nada”.

Sobre protocolo de las competiciones, con ese aislamiento en el velódromo desde el día anterior hasta el final de la competición, nos cuenta una anécdota de que “tuve un dolor de muelas muy fuerte antes de una carrera, y no podía ni dormir. Me tuvieron que llevar fuera a un médico, acompañado por dos personas de la organización y el traductor. Por cierto, al día siguiente gané”.

Rueda de prensa previa a las carreras. Facebook JAE
Fuera del circuito, Escuredo nos cuenta que le marcó “ir por la calle y de repente ver un cartelón con tu cara, en japonés. Me lo habían dicho, pero no creía que fuera tan llamativo. También sabían mucho de mi vida, y no era raro que me dijeran ‘jamón, jamón’ -en alusión al negocio familiar-. Hay un canal de televisión con carreras de keirin todo el día. Y revistas y mangas de keirin. Una vez estuve buscando una, en la sección de deportes. Pero no encontré nada. Tuve que ir a la de apuestas, donde había de todo”.

Por cierto, esa condición de estrella de keirin le sacó de un grave apuro en Tokio. “Fuimos todos de compras. Theo Bos y yo nos quedamos más, por un compromiso, pero al final me quedé solo… y me perdí. Nadie hablaba inglés, pero tuve la suerte de que pasaron dos tíos que me reconocieron, y me llevaron. Y es que desde el momento en que ponías un pie en el aeropuerto, se ocupaban de todo. Tenías un traductor para ti. En mi caso fue el mismo todos los años. Un tío muy majo, aunque le traía loco”.

Una experiencia que, como a Cabrero y a ‘Villa’, le marcó, pero hasta tal punto de reconocer que “si tuviera veinte años, me pondría a estudiar japonés. Tardaría ocho o diez años en tener un nivel aceptable, pero podría entrar en la academia, aunque fuese con treinta años y vivir veinte del keirin. Es impresionante ver a corredores de cincuenta años, que no son los mejores pero que viven bastante bien siendo profesionales”.

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