Aunque Suiza cuenta con el, posiblemente, recinto con más
actividad del mundo, el Tissot Velodrome en Grenchen, y uno de los más
apreciados por su rapidez, no debemos olvidar otras pistas como la del CMC de
la UCI en Aigle o incluso la de Ginebra, aunque a menudo nos olvidamos del Velódromo
de Oerlikon, en las afueras de Zúrich: al ser descubierto, su uso queda reducido
a unos pocos meses al año.
Pero desde mayo hasta septiembre acoge reuniones
ciclistas todas las semanas, casi todas ellas con competiciones de mediofondo o
tras derny, con un programa con las disciplinas habituales -eliminación,
puntuación…-, e incluso con otras no tan adecuadas a sus características, como
vimos la semana pasada con el Nacional suizo de persecución, o veremos
próximamente con los de velocidad y keirin. Por cierto, las pruebas tras moto
tienen un impresionante protocolo de seguridad, tanto en lo que se refiere
al mantenimiento de las máquinas como a la pericia de los ‘pacemakers’ y
corredores.
Oficialmente llamado Offene Rennbahn Zürich-Oerlikon, se
inauguró en 1912 tras cinco meses de construcción y es la instalación deportiva
más antigua de Suiza aún en uso. Se trata de una pista de hormigón
pretensado, con una longitud de 333,3 metros y curvas peraltadas de hasta 44,5
grados, por lo que resulta idóneo para esas competiciones motorizadas a alta
velocidad. Cuenta con un aforo de 3.000 espectadores, con una excelente
visibilidad en toda la pista. Eso sí, en el momento en que cae una gota, las
carreras deben suspenderse ya que por sus características se convierte en una pista
muy peligrosa.
Como ya hemos comentado, en los años ochenta el ciclismo en
pista cambió sustancialmente su filosofía… y sus escenarios, pasando de los
largos velódromos descubiertos de 333 metros a recintos cubiertos de 250
metros. De ahí que el último Mundial que se celebró en el Oerlikon fuese en
1983, aunque había acogido otros seis eventos en todo el siglo XX, 1923, 1929,
1936, 1946, 1953 y 1961, donde se coronaron campeones como Jef Scherens,
Arie van Vliet, Guido Messina, Antonio Maspes, Sergio Bianchetto, Koichi Nakano
o Urs Freuler, cuyo sobrino Jan es uno de los habituales en las reuniones
contemporáneas. Pero también brillaron en otro tipo de competiciones corredores como Oscar Plattner, Ferdi
Kübler, Hugo Koblet y Walter Bucher, así como los más recientes Robert
Dill-Bundi, Max Hürzeler, Kurt Betschart, Bruno Risi, Alexander Aeschbach y
Franco Marvulli.
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Portada del libro |
Y pese a su antigüedad, se trata de una instalación bien
conservada … y que no corre peligro como suele suceder con otros recintos
similares siempre amenazados por otras ‘oportunidades’ urbanísticas. Incluso
recientemente se aprobó una moción por amplia mayoría que garantizaba el futuro
de este recinto, aunque muchos indicaron que no era necesario. En este sentido
hay que destacar que desde 1951 es propiedad del Ayuntamiento de Zurich, así
como la labor de IGOR (Interessengemeinschaft offene Rennbahn) como
organizadores de esas carreras cada martes, que además tienen un componente social ya que los espectadores pueden cenar y pasar una agradable velada.
El orgullo de los zuriqueses por el Velódromo de Oerlikon
quedó de manifiesto en el último Mundial de carretera donde algunas pruebas,
como la contrarreloj individual élite, se iniciaron en este histórico escenario:
allí fue donde Remco Evenepoel daba sus primeras pedaladas que le llevaban el ‘arco
iris’.
Por cierto, su historia se recoge en un libro ‘Velódromo
de Oerlikon: 100 años de fascinación por el ciclismo’, publicado con
ocasión de su centenario, y reeditado y revisado en 2023. Con 232 páginas y 200
ilustraciones, parece una obra bastante interesante, aunque su precio de 90 CHF,
más 10 de gastos de embalaje y envío, es un elemento disuasorio.
Más información en la web oficial
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