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Nicholas Paul, en el gimnasio. Instagram NP |
Y es que en esta modalidad se ha llegado a una hiper especialización
que lleva a los velocistas a ser profesionales de los gimnasios,
participando en un puñado cada vez más reducido de pruebas durante la
temporada: las escasamente necesarias del desorganizado calendario básico
durante la temporada para conseguir los puntos que les permitan competir en
Copas del Mundo y Mundiales, en primer lugar. Y posteriormente, sobre todo en
los años de clasificación olímpica, en alguno de estos eventos con el objetivo
de sumar puntos para clasificar para los Juegos Olímpicos, la única gran
cita que de verdad interesa en ese periodo extremadamente largo de cuatro años.
Es bastante triste que desde París 2024
Harrie Lavreysen
y Matthy Richardson solamente se hayan visto las caras en una carrera homenaje
al super campeón neerlandés… en las calles de su localidad natal, cuando,
en otras circunstancias, podrían reeditar con una mayor frecuencia, duelos que
no tendrían
nada que envidiar a los que protagonizarán en los próximos años
Carlitos Alcaraz y Jannik Sinner, por no hablar de todos aquellos que también
‘le tienen ganas’ a Lavreysen:
su amigo Jeffrey Hoogland, el hiper irregular
Mikhail Yakovlev, el prometedor Kaiya Ota… Pero solamente se verán las
caras antes de LA28 en los Mundiales…y puede ser que alguno se salte algún año
si no le cuadra en su preparación global.
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El único enfrentamiento Lavreysen-Richardson desde París tuvo este carácter urbano. Instagram Swel Luyksgestel |
Pero no confundamos el gimnasio con el magnesio… que como
decíamos, cada vez se dan menos en los velódromos. Y es que el calendario
actual no deja de ser un salpicón de pruebas durante el año, sin ninguna
continuidad, ni ningún aliciente para los velocistas. Y dudo que la Copa del Mundo, en su nuevo formato, contribuya a crear
ese ‘circuito’ que tienen otros deportes, como decíamos antes con el tenis. El
proyecto de la UCI Track Champions League ofrecía muy buenas perspectivas en
este apartado de la velocidad, aunque se limitase a apenas tres o cuatro
semanas consecutivas, pero al no acertarse con la fórmula de los fondistas, estaba cantado ese adiós
definitivo siendo los sprinters los verdaderamente perjudicados.
El único que tiene una cierta continuidad en su
calendario es Ota, pero no para medirse a las grandes estrellas UCI, sino
a los mejores especialistas japoneses en el circuito de keirin. Derby Wheel
quiso exportar e internacionalizar este formato… y se encontró con la férrea
oposición de la UCI, que ni siquiera se plantea una competición alternativa
que, con un respaldo económico suficiente -un banderín de enganche que
agradecerían muchos velocistas- podría ser ese futuro para esta disciplina que
ahora mismo es inexistente. Y que no puede vivir con los mismos esquemas que
el fondo. Porque, como decíamos entonces, el problema es de la UCI…
aunque no lo quiera ver. Y si no quiere asumirlo directamente, que se lo
permita a quien llegue con una idea moderna, aunque rompa la realidad actual,
que va de la tristeza a la auto aniquilación.
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Sato y Ota, la velocidad desde otra perspectiva... japonesa |
Y si interesante puede ser ver ese duelo
Lavreysen-Richardson,
el interés es mucho mayor en féminas por la igualdad
existente: Emma Finucane -con ese atractivo para los medios de ser la
pareja de Richardson- y la gran generación de talentosas velocistas británicas,
Ellesse Andrews en su condición de doble campeona olímpica -y que se
saltó el Mundial logrados sus objetivos en París 2024-,
Mina Sato, ídolo en
Japón y ya campeona en el resto del mundo, Hetty van de Wouw, la número uno
mundial que aspira a que las ‘oranje’ dominen como sus compatriotas,
las alemanas
Emma Hinze o Lea-Sophe Friedrich con las mismas ganas de revancha que Mathilde
Gros, la rusa Alina Lysenko, espectacular en la Champions, o algunas recién
llegadas como la china
Liying Yuan, inesperada nueva recordwomen al
bajar de los 10 segundos,
o la colombiana Stefany Cuadrado. Atractivos
suficientes por todo el mundo para garantizar una verdadera competición a lo
largo del año que de un giro de 180 grados a lo que es ahora mismo el ciclismo
en pista, en este apartado de velocidad, y no conduzca a ese término que
entonces me cautivó, la ‘déringolade’ definitiva de la velocidad ajena a
otra realidad que no sea la olímpica.
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