Velódromos de París (II): En los acantilados del Sena corrió Buffalo Bill

No está muy claro si es Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos la nación que tiene un mayor protagonismo en el arranque del ciclismo, en general, y de su versión en pista, en particular, en los años finales del siglo XIX. Sin embargo, sí es evidente que hay una capital mundial, París, que a finales de 1893 contaba con 23 velódromos en la ciudad y su periferia, según cuenta Pascal Sergent en su magnífica obra ‘Le temps des vélodromes’No hemos localizado tantos, aunque sí los suficientes para escribir esta serie en homenaje a los primeros años del ciclismo en pista, y a París.

El histórico duelo de Buffalo Bill contra un tandem, en el
velódromo del Sena, con su original suelo de 'pavé en bois'. Foto: Gallica

Como el Velódromo Buffalo que nos ocupó el capítulo anterior, también en 1893, el 27 de agosto concretamente, se inauguró el velódromo del Sena, en la comuna de Levallois, nombre por el que también fue conocido, no muy lejos del anterior. Con una pista muy larga, de 500 metros de cuerda, su característica más llamativa era su suelo: en adoquines… de madera, aunque su deterioro llevó a que fuera cementado algunos años más tarde. 

Fue conocido por sus peraltes como ‘los acantilados del Sena’, y entre sus grandes protagonistas hay que destacar al estadounidense Arthur-Augustus Zimmerman, primer campeón del mundo. Por cierto, allí ‘compitió’ el mencionado Buffalo Bill, en un duelo a caballo contra un tándem. Desgraciadamente tampoco tuvo muchos años de vida, y también terminaría cediendo su espacio a fábricas militares.

La fiebre por los velódromos fue tal que hubo famosos como Louis Trousselier, ganador del Tour de Francia en 1905, o Edmond Jacquelin, campeón del mundo profesional de velocidad en 1900, que se levantaron sus propios velódromos.

Pero antes de esos momentos, desde la zona Este de la capital se había solicitado la construcción de otro velódromo, en el ‘Bois de Vincennes’, el único que ha sobrevivido hasta nuestros días, y del que hablaremos en la tercera entrega. 

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