Los secretos de los velódromos de Sander Douma, vía PEZ Cycling

Después de conocer hace un año los secretos de Peter Junek, uno de los más afamados constructores de velódromos del mundo, PEZ Cycling nos vuelve a traer a otro gran arquitecto, el neerlandés Sander Douma –el segundo de ese trío que completa Ralph Schurmann-, el hombre que ha estado detrás de recintos como el Omnisport Center de Apeldoorn, la que considera como “la pista perfecta”, el recientemente ‘visitado’ Kolodrum de Plovdiv, el olímpico de Río de Janeiro o el otrora conocido como Palma Arena, aunque no saliera nada contento de la experiencia mallorquina. Un portfolio que tiene actualizado en su página web. E independientemente de poder realizar su trabajo, agradece la oportunidad viajado por todo el mundo gracias a los velódromos.

Tercero por la izquierda, tras la medición oficial
del Palma Arena. Foto: Román Mendoza

Douma hace una curiosa descripción del trabajo de construcción. “Es un gran momento cuando todo el material está en preparado; hasta 80 kilómetros de tablones y 400.000 clavos. Ves a la gente local mirando expectante. En una semana, el marco está listo y ya se puede ver la forma tridimensional de una hermosa pista para bicicletas. Colocamos los muebles en él, por así decirlo, como una cocina en una casa".

A diferencia de Junek, que decía que no construía ‘dinosaurios’, calificando así a las pistas de cemento, Douma trabaja todas las opciones: Interiores o exteriores, permanentes o desmontables, desde 200 hasta 500 metros. Y en hormigón, asfalto y madera, aunque considera que ésta es la más hermosa.

Parte de la entrevista la dedica a los distintos tipos de madera, y tras haber trabajado con pino siberiano, “una madera que se va haciendo más dura a medida que madura”, o alerce o Larix, una madera más dura, pero que requiere una mayor humedad, considera la Accoya como la ideal, una madera procedente del pino Radiata o Monterrey que en un proceso no tóxico gana en estabilidad y vida, incluso al aire libre. Es la madera de Apeldoorn, donde tuvo problemas con el material, como relata en PEZ.

Vista general de Apeldoorn, "la pista perfecta", en la web del arquitecto.
En cuanto a la geometría, también da unos detalles fundamentales. “Hay una gran diferencia con el radio de la curva, entre 19 y 23 metros. Prefiero ver una curva más ancha. Apeldoorn tiene aproximadamente 22 metros. El ángulo de inclinación es un cálculo simple con fuerza centrífuga. Cuanto más cerrado sea el giro, más empinado debería ser. Un ciclista debe poder alcanzar los 85 kilómetros por hora sin ‘volar’. Ese es el límite superior, nunca van tan rápido como eso. A veces, esto da como resultado una pared empinada en las curvas, como en el monumental Kuipke en Gante. Esa pista es de 166 metros, el ángulo de los peraltes será de unos 50 grados. Ponemos la longitud y el ancho disponibles en nuestro programa de computadora para darnos nuestros ángulos y dimensiones”.

También se refiere a su equipo, formado permanentemente por catorce personas, y considera que el coste de una pista está sobre los ocho o nueve millones de euros, aunque “siempre es mejor gastarse 1,5 millones adicionales”. Por el contrario, nunca ha jugado con corrientes de aire como sucede en las pistas de hielo, ni en recubrimientos en la superficie, “porque se vuelve demasiado resbaladizo”.

Una excepción fue la pista de hormigón en México, donde aplicó una capa especial de epoxi cuando Leontien van Moorsel batió el record de la hora. En esos momentos, las pistas de Douma llegaron a albergar tres plusmarcas mundiales de la hora: aparte de la de su compatriota, la de Chris Boardman en Manchester y la de Matthé Pronk en Alkmaar detrás del derny.

Entrevista completa (en inglés)

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