Necesidad de Liga de Pista, bajo otros postulados y con otro formato

Si la semana pasada hablábamos de la Copa de España, de la oportunidad que podía significar su aplazamiento para poner en marcha la competición internacional que necesita, que demanda, el ciclismo en pista nacional, y en cuyas líneas generales de reforma coinciden -coincidimos- todos, ahora es el turno de hablar de la Liga de Pista, la otra competición que articula el calendario nacional, que se lanzó el año pasado con nocturnidad y alevosía, y sobre la que también hay bastantes coincidencias generales: puede ser necesaria, para juniors y cadetes, pero siempre bajo otros postulados y con otro formato.

Desgraciadamente, el hecho de que se haya publicado un pliego de condiciones con los mismos requisitos que en 2020 nos hace temer que ese cambio no se afrontará este año, aunque esperemos que la lógica termine por imponerse.

La primera observación que habría que realizar es lo poco adecuado que es el término Liga. No es -o no debe ser- una competición, sino un conjunto de pruebas a lo largo de toda España. ¿Un ranking? Tampoco se debe entender como tal, ya que cualquier tipo de clasificación puede ser falseada por gente que tiene más medios para acudir a pruebas lejanas. Y por supuesto, nada de mezclar churras con merinas, de añadir puntos de la Copa de España o del propio Campeonato para establecer un ranking al que ni siquiera la Federación le prestó la más mínima atención, informativamente hablando.

El hecho de que determine una puntuación y que sea necesario un mínimo de puntos para participar en los Campeonatos de España es algo que también plantea dudas. Mejor sería ‘exigir’ un mínimo de presencias para que los cadetes pudieran intervenir en los Nacionales y para que los juniors participasen en las mangas de las Copas de España. Y en cualquier caso, que la participación se base en la proximidad, en tener pruebas en un ámbito geográfico que no obligue a esfuerzos desmedidos, como tener que pernoctar fuera del domicilio.

Por otro lado, es bastante triste que se fomente la realización de pruebas específicas para esta Liga y no se aprovechen las ya existentes gracias a los esfuerzos que hacen otras Federaciones para crear en sus ámbitos autonómicos unas competiciones con el suficiente nivel. Con la Guipuzcoana en unas circunstancias difíciles, lo que se ha saldado en un ‘annus horribilis’, no debemos olvidar el esfuerzo que hacen Federaciones como la Valenciana -‘chapeau’ por sus iniciativas-, la Balear o la Catalana, sin olvidarnos de que en Castilla y León también hay actividad y que en otros lugares como Murcia empiezan a moverse proyectos serios. Por lo tanto ‘subvencionar’ con 2.000 euros a quienes entren en la Liga, aunque su actividad fuera de ella sea nula, incluso negativa, es algo que no se entiende muy bien. O sí, si se buscan otras razones no deportivas.

También hablábamos de que las Autonomías con velódromos ‘importantes’ deberían hacer un esfuerzo para tener ese calendario internacional de calidad, que se podría completar con estas cantidades ‘liberadas’. Para el resto de Federaciones, el esfuerzo equivalente sería organizar las pruebas que podrían implementarse en este segundo escalón, sin necesidad de recurrir a los postulados que maneja la UCI y equipararlos a la Española: para tomar parte en el Mundial -en este caso el Nacional-, es necesario que el país organice al menos una competición internacional -de la Liga-.

Por último, hay que referirse al programa, ceñido a una sola mañana de competiciones, y en unas fechas del año muy restringidas. Obviamente la duración de cada reunión no debe extenderse a más de un día, pero adaptado a las peculiaridades de la fecha del año: en invierno no se puede comenzar demasiado pronto ya que muchos velódromos estaban impracticables por la humedad a primera hora de la mañana, y en primavera-verano, se permiten jornadas más amplias, por climatología y horas de sol.  Teniendo en cuenta que la mayoría de los velódromos españoles son descubiertos, está claro cuándo deberían celebrarse estas pruebas.

Igualmente recordar que la Española solo permite tres modelos bastante estrictos para simplificar los programas, cuando debería fomentarse la variedad de los mismos y, desde luego, no olvidarse de la persecución -sistemáticamente postergada por su mayor duración- o de la madison.  

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