Persecución por equipos: Cuando los Juegos Olímpicos son sinónimo de récord del mundo y en Tokio debería de mantenerse la tradición (*)

Aunque la persecución por equipos puede verse afectada por las mismas condiciones favorables de altitud que otras disciplinas de pista, lo cierto es que el factor que más ha influido en que se puedan batir los records del mundo no es la ubicación en altura del velódromo sino los propios Juegos Olímpicos: en lo que va de siglo, todas las sedes olímpicas han visto caer la plusmarca universal, a cargo de cuartetas como Alemania, Gran Bretaña y Australia.  Y todo hace indicar que en el velódromo de Izu (Japón) se establecerá un nuevo récord este verano. Dinamarca, a tenor de lo visto en el último Mundial, ha arrebatado la delantera a una Australia que había sido la líder durante todo el ciclo olímpico, pero que incluso se ha visto rebasada también por Nueva Zelanda e Italia, mientras que Gran Bretaña lleva desde Río sin dar señales de vida. Y es curioso, no se ha batido este récord en altitud desde México 1968, otros Juegos Olímpicos, por cierto.

Arrancamos esta historia unos años antes de comienzo de siglo, concretamente en Seul’88, donde se batió hasta cinco veces el récord del mundo, con la Unión Soviética, con Vyacheslav Yekimov, Artūras Kasputis, Dmitry Nelyubin y Gintautas Umaras, logrando el definitivo (4:13.31) en una final en la que su rival, la República Democrática Alemana, también superó la plusmarca anterior.

Barcelona’92, también en un velódromo al aire libre, vivió una secuencia muy parecida, con el récord batido cuatro veces y con los dos finalistas también corriendo por debajo de la plusmarca vigente, con Alemania llevándose el gato al agua, con Michael Glöckner, Jens Lehmann, Stefan Steinweg y Guido Fulst, rodando por primera vez por debajo de los 4:10, concretamente, 4:08.791.

La lógica unificación de las categorías amateur y profesional se notó de forma inmediata en la tabla de récords, con Australia, en el Mundial de Hamar, bajando hasta un 4:03, que resultó inalcanzable en los Juegos de Atlanta. Ese mismo año, en el Mundial de Manchester, Italia se acercaba peligrosamente a la barrera de los 4 minutos (4:00.958), marca que sería la que se tenía que batir en Sidney 2000, con excelentes perspectivas ya que se volvía a competir ‘indoor’, algo que no sucedía desde 1980 en Moscú.

Alemania rompe la barrera de los 4 minutos en Sidney

Y tras un primer récord en semifinales de Ucrania (4:00.830) fue Alemania la selección que tuvo el honor de romper esa barrera, en concreto con un tiempo de 3.59.710. En aquella cuarteta estaban dos de los persecucionistas de Barcelona –Jens Lehmann y Guido Fulst-, junto a Robert Bartko, uno de los mejores especialistas de la primera década de siglo, y Daniel Becke.

Pero no duró mucho el dominio alemán. Australia no pudo brillar con sus fondistas en los Juegos de casa, pero tenía una importante cantera, con hombres salidos de la pista pero que terminarían brillando en mayor o menor medida en la carretera. Los Luke Roberts, Mark Renshaw, Peter Dawson, Graeme Brown, Brett Lancaster, Stephen Woolridge o Bradley McGee compusieron una generación histórica que batiría por dos veces la plusmarca germana antes de Atenas 2004: 3.59.583 en los Juegos de la Commonwealth, en 2002, y justo un año más tarde en los Mundiales de Stuttgart (3:57.280). Y en los Juegos, Brown, Lancaster, Roberts y McGee la situarían en 3:56.610. Por detrás comenzaba a asomar Gran Bretaña, sin olvidarnos de una España, bronce olímpico, cuya progresión se cortó en seco por la falta de un proyecto de futuro.

Gran Bretaña asume el liderato mundial

Y es que los británicos, con la perspectiva de Londres 2012 comenzaron un ambicioso proyecto tanto en velocidad como en el fondo, apostando por una cuarteta formada por Bradley Wiggins, Geraint Thomas, Ed Clancy y el veterano Paul Manning, que ganaron los Mundiales de Palma 2007 y Manchester 2008, donde establecieron una nueva plusmarca (3:56.322) antes de triunfar en los Juegos Olímpicos de Pekín donde batieron en dos días consecutivos su plusmarca, primero 3:55.202 y luego el definitivo de 3:53.314.

La retirada de Manning y la reconversión en rutero de Wiggins no mermaron el potencial de Gran Bretaña, que integraba a Steven Burke –bronce en la individual en Pekín- en la cuarteta, así como a Peter Kennaugh o Andy Tennant. Descartado este último, darían un primer golpe de efecto al derrotar a Australia en su propia casa –concretamente en el Mundial de Melbourne 2012- mejorando ligeramente su record (3:53.295) para demostrar todo su potencial en casa, ya que adornaron el oro olímpico con unos 3:51.659 -tras haber batido la plusmarca en la clasificatoria, con 3:52.499-  que tardarían cuatro años -es decir, hasta los siguientes Juegos- en ser superados.

De hecho, Gran Bretaña no ganaría ni un solo Campeonato del Mundo en ese periodo –tres para Australia y uno para Nueva Zelanda-. Su equipo presentaba otra importante remodelación: Burke y Clancy permanecían en el mismo, Wiggins regresaba tras sus mejores años en la carretera y Owain Doull se consolidaba como cuarto integrante una vez descartado, de nuevo, Tennant. Y en Rio’16 no solamente derrotaron a sus eternos rivales ‘aussies’, sino que con 3:50.265 volvían a marcar un nuevo record olímpico y mundial, que habían mejorando tanto en la clasificatoria (3:51.943) como en primera ronda (3:50.570).

Un ciclo olímpico muy movido

Pero a diferencia del ciclo olímpico anterior, en el que no se movió el récord, los últimos grandes eventos nos han demostrado el altísimo nivel existente en la persecución por equipos, la más técnica de todas las disciplinas. Australia comenzaba golpeando fuerte batiendo el récord y bajando por primera vez de los 3:50 en los Juegos de la Commonwealth de 2018 (3.49.804), repitiendo menos de un año después en el Mundial de Pruszkow (3:48.013), y en ambas ocasiones con los mismos hombres, Sam Welsford, Kell O’Brien y Alex Porter, apoyados por el veterano Leigh Howard. 

Pero el aldabonazo lo ha dado Dinamarca -y además metiendo miedo con sus prestaciones-, al batir por tres veces -una por ronda de competición- en el último Mundial, con los ya históricos Lasse Norman Hansen, Julius Johansen, Frederik Rodenberg Madsen y Rasmus Pedersen: 3:46.579, 3:46.203 y finalmente los increíbles 3:44.672.

Si a eso le unimos que Italia se fue a 3:46.513 en una semifinal en la que plantó cara a Dinamarca, y que Nueva Zelanda rodó en 3:46.6 en un test no oficial este invierno, podemos aventurar un Izu de récord que analizamos de forma más detallada.

Fotos

  1. La URSS, en los JJ.OO de Seúl. Pinterest
  2. Alemania, celebrando su éxito en Sydney. Olympics
  3. Podio de Atenas 2004, con España tercera. COE
  4. Tercer oro olímpico consecutivo. British Cycling
  5. Dinamarca celebra su triunfo y su record. UCI Track

(*) Este post fue originariamente publicado en TrackPiste en enero de 2020, pero he querido actualizarlo con los últimos datos dada la relevancia de esta prueba. Y de paso aportar algún detalle más que entonces se me pasó.

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