Cuando el Velódromo Luis Puig de Valencia se convirtió en una piscina

Tras la publicación el pasado domingo del post ¿Queremos velódromos llenos de pistards o de otros deportistas? Sergi Escobar nos recordaba el caso que posiblemente sea el caso más extremo de utilización de un velódromo por parte de otro deporte, al menos en nuestro país: El Campeonato de Europa de natación en piscina corta en el año 2000.

Gracias a Myrtha Pools, hemos conseguido estas imágenes de la transformación realizada (*), por otro lado, ejemplar, aunque las consecuencias para el ciclismo en pista y en particular para la selección nacional se notaron durante bastantes meses, en forma de peregrinaje por otras instalaciones, y más en aquella época en que apenas había alternativas: solamente los velódromos descubiertos de Barcelona y Son Moix.

Vaya por delante que ignoro las razones sobre por qué se eligió el Lluis Puig para ese evento y sobre todo pensando que Valencia es una ciudad de gran tamaño que seguro que tiene más de un recinto que podría haberse adaptado. En un principio pensé en el aforo, pero me temo que la natación tampoco es un deporte capaz de llenar un recinto de 6.000 plazas. Y viendo las imágenes, se ve claramente que este no fue el motivo, ya que se instalaron unas gradas supletorias más cercanas del foso y se obviaron los asientos normales, 'aislados' con esas grandes lonas que muestran las fotografías..

Desgraciadamente uno de los problemas de los velódromos es su capacidad, y en este caso por exceso. Salvo en países como Gran Bretaña y en espectáculos tan concretos como pueden ser unos Seis Días en Gante o Rotterdam, o alguna sede puntual de la Champions League, casi nunca se venden todas las entradas… pero ese aforo es muy interesante para otros eventos, casi siempre extradeportivos, como pueden ser los conciertos… lo que supone la salida durante varios días de sus legítimos usuarios.

Los velódromos tienen que ser más limitados y siempre pondré como ejemplo el de Ballerup, que no deja de ser una ‘nave industrial’ adaptada. Y parece que algunos comienzan a entenderlo: por ejemplo, la viabilidad del de Spresiano pasa por la reducción del aforo, lo que posibilitaría que se pudiera afrontar desde el punto de vista económico. Y es más, una solución para la 'vejez' de Anoeta -y para el ciclismo en pista en Euskadi- sería reconvetirlo en un espacio 'cultural' y construir un velódromo más nuevo -y de dimensiones más modestas- en otra ubicación.

No quiero terminar sin olvidarme de los grandes olvidados, los velódromos descubiertos. En gran parte su abandono se debe a la pésima construcción y a la falta de mantenimiento, pero pueden ser mucho más adecuados para la iniciación, sobre todo en zonas donde la climatología es más benigna. En ese sentido, estoy seguro de que Novelda, que hoy se inaugura tras tres décadas y media de abandono, puede suponer un antes y un después en la consideración de este tipo de instalaciones.

(*) La construcción fue de dos piscinas, construidas con tecnología modular Myrtha inox. La principal de competición, de ocho calles, y la piscina de calentamiento de seis, de 25×21 metros, equipadas según normativa FINA.

Una vez finalizado el Campeonato, las dos piscinas se desmontaron y se volvieron a montar para construir en una piscina de 50 x 21, instalada de forma permanente en el Parque del Oeste de Valencia.

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