El récord de la hora menos conocido de Boardman es el más valioso

La posición y el material lo dicen todo... Foto: CyA
Cuando hablamos del récord de la hora de Chris Boardman, todo el mundo piensa en los 56,375 km. que estableció en 1996 y que recientemente fueron superados por Filippo Ganna. La segunda de sus plusmarcas que culminaba esos años dorados en el que Grame Obree, Miguel Indurain, Toni Rominger y este inglés de Hoylake, a unas millas de Liverpool se embarcaron en una batalla descomunal, amparados por la tecnología, con unos prototipos que difícilmente se parecían a una bicicleta convencional y con posturas como la del ‘huevo’ o la de ‘superman’ -ambas inventadas por el escocés- que posibilitaban una mejor aerodinámica. Pero hubo un tercer y último récord de la hora del británico, posiblemente el más valioso, que es del que hablamos hoy.

A finales de siglo, la UCI cortó de raíz esta dinámica y dijo más o menos que una bicicleta tenía que ser -y parecerse- a una bicicleta. Y uno de los aspectos más afectados fue el récord de la hora, al borrarse de un plumazo todas las marcas conseguidas con estos artefactos, desde las de Francesco Moser en los ochenta hasta los récords de los felices novena, que fueron relegados a la categoría de ‘mejor esfuerzo humano’.

El récord de la hora retrocedía a 1972, a los 49,341 de Merckx de los que anteayer celebrábamos su medio siglo de existencia, y cualquiera que lo intentase en el futuro tendría que recurrir a una bicicleta como la del ‘Caníbal’. A Boardman no le gustó nada esa tabla rasa y pocas semanas antes de su retirada, en los Juegos Olímpicos de Sidney, se embarcó en esta postrera aventura, tal día como hoy, 27 de octubre, pero en un aniversario mucho menos redondo, concretamente hace 22 años.

‘El Profesor’, conocido así por su meticulosidad, eligió afrontar su tentativa durante los Mundiales de Manchester, renunciando a los beneficios de la altitud, pero garantizándose un lleno absoluto de paisanos que le empujaron hasta batir el récord… que superaría por un puñado de metros. Tuve la suerte de vivir ‘in situ’ ese momento y aún recuerdo las palabras de Joan Llaneras. “Tiene mucho mérito recorrer casi 50 kilómetros con una bicicleta de puntos, con un hierro”.

... sobre todo si se compara con la máquina con la que logró
los 56,375 km. Foto: Wikipedia By Paul Hudson
Y es que Boardman salió con una bicicleta de acero, con un peso mayor incluso que la ultraligera Colnago que usó el belga, con ruedas de radio, sin manillar aerodinámico ni nada que se le pareciese, y con un casco normal, aunque la potencia era ligeramente más larga de lo habitual. Pero dispuesto a recuperar su lugar de honor en el ‘palmarés del récord de la hora’. Su desarrollo, 54x14, frente a los 52x14 usados casi treinta años antes. Como curiosidad diremos que Ganna usó ¡un 65x14!

En un principio pensaba que hiciera la marca que hiciera, se consideraría plusmarca mundial al comenzarse de cero, por lo que el propio Hein Verbruggen tuvo que precisar que no, que la marca que había que superar era la de Merckx.

El británico no cometió el error del belga, de salir a muerte. El primer kilómetro lo hizo en 1:17.8 y por el quinto pasaba en 6.04.0, unos tiempos bastante más normales en un esfuerzo tan prolongado. En el kilómetro 20 ya le había atrapado… pero no lograba superar su distancia. De hecho, a cinco minutos del final rodaba todavía con unos metros de retraso, y lo sabía, no como Merckx que no necesitó esforzarse en la parte final dada la amplia ventaja que le sacaba a Ole Ritter. Las últimas vueltas fueron apoteósicas, con el público empujando a su ídolo que llegaba a rodar por encima de los 51 kilómetros por hora y al final lograba mejorar la histórica marca de Merckx, aunque fuera por un puñado de metros: 49,441 a 49,341

En 'The final hour' se recoge este récord de Boardman.

Aunque todo el mundo aplaudió el mérito del británico de batir el récord, quedó la impronta de que era una marca casi imposible sin apenas innovaciones tecnológicas de por medio, y ajena a la realidad del ciclismo en ese momento. ‘The Hour’ dejó de ser atractivo y éxito de Ondrej Sosenka que lo batió cinco años más tarde fue más perjudicial que beneficioso. La UCI tardó en reaccionar y algunos años después flexibilizó las normas de las bicicletas permitidas para el récord y sin llegar a las extravagancias del siglo pasado, permitió básicamente las máquinas que se usaban ya para cualquier contrarreloj, para cualquier persecución. Y la carrera por el récord comenzó de nuevo.

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