El keirin, nacido en pro de la recuperación económica tras la Guerra Mundial en una ciudad que pudo ser destruida por la bomba atómica

Trayectoria de los dos bombarderos. Wikipedia

Casi todo el mundo conoce que el keirin nació en Japón después de la Segunda Guerra Mundial, como una iniciativa con el fin de recaudar fondos para la reconstrucción del país. Lo que muchos desconocen es que el desenlace atómico del conflicto pudo cambiar sensiblemente ese nacimiento: Kokura, el emplazamiento donde se celebró esa primera competición, el 20 de noviembre de 1948, era la ciudad elegida para el segundo bombardeo, pero la niebla que cubría la ciudad el 9 de agosto de 1945 originó que el piloto del Bockscar volase hasta el objetivo segundario, Nagasaki, donde dejó caer el artefacto que mató a más de 100.000 personas. Y curiosamente, era el objetivo secundario del primero, tres días antes si el cielo de Hiroshima hubiera estado nublado.

El keirin, sin embargo, ya tenía bastante aceptación por aquella época en Japón. Como sucedía en Europa, el ciclismo se popularizó bastante a finales del siglo XIX y el XX, con competiciones tanto en carretera como en velódromos abiertos promovidas por medios informativos y constructores de bicicletas.

Pero la clave del keirin de la posguerra estuvo en las apuestas, tanto como atractivo para el público como para sacar los fondos necesarios para la reconstrucción. La idea de un antiguo soldado, Teisuke Kurashige, y de Kiyoshi Ebisawa, ex boxeador, relaciones públicas y sobre todo, un promotor de la integración de los antiguos combatientes nipones, tuvo el apoyo de Daisaku Hayashi, miembro del Partido Socialista Japonés, que posibilitó que en agosto de 1948 se promulgara una ley que legalizaba este tipo de apuestas, siendo el segundo deporte, después de las carreras de caballos (keiba), en que se permitía, aunque luego llegaron las carreras de lanchas (kyotei) y de coches.

El velódromo de Kokura ya no existe. En su lugar 
encontramos el Kitakyushu Media Dome

Con ello, y con la disposición de Kokura, que fue capaz de levantar en pocas semanas un velódromo de 500 metros, a pesar de la escasez de materiales de construcción, se pudo celebrar esa primera competición que fue un rotundo éxito, ya que asistieron 55.000 espectadores, algo menos de un tercio de los habitantes de una ciudad de 180.000 dañada por la guerra. Las apuestas sumaron 19,73 millones de yenes, muy por encima de la mejor expectativa. Osaka repetiría la experiencia en diciembre, atrayendo a 67.000 espectadores y con unas apuestas que alcanzaron los 36,82 millones de yenes.

En apenas cuatro años, ya había más de 50 pistas en todo Japón y más de 6.000 ciclistas inscritos, entre ellos 600 mujeres, aunque los comienzos fueron bastante más complicados de lo que el éxito inicial hacía suponer. Por un lado, el Partido Comunista intentó en varias ocasiones abolir la normativa de las apuestas, con lo que habría acabado con esta modalidad; por otro, hubo tentativas, aunque tímidas, de la Yakuza, la mafia japonesa, de controlar el keirin, pero nunca se plasmaron. Y finalmente ciertos casos de ‘amakudari’, para entendernos, una práctica similar a la de las puertas giratorias.

Y finalmente, la falta de una reglamentación clara también provocó algunos incidentes hasta que se creó en 1957 la Nihon Jitensha Shinkōkai, posteriormente convertida en la Japan Keirin Association (JKA), que estableció un sistema formal de normas que apenas ha cambiado hasta hoy, aunque sí se han realizado algunas actuaciones a las que ya nos referiremos, como la creación en 1985 del Keirin Grand Prix, la carrera mejor dotada económicamente del mundo.

El crecimiento resultó espectacular en todo el siglo XX, con unos picos de asistencia alcanzados en la década de los setenta, y con unas apuestas máximas de 1,9 trillones de yenes, en 1991, cifras que han ido bajando en los últimos años, a la vez que subía la edad media de los aficionados. No obstante, en los últimos años han vuelto a subir los ingresos -654 billones en 2019-, y se ha recuperado un keirin femenino cada vez con más seguidores: una disciplina que,  a pesar de la popularidad que tenían las mujeres en los primeros años, desaparecería en 1964 a causa de sus detractores y no fue hasta 2012 cuando fue reintroducido, bajo el nombre de Girl’s keirin.

No obstante, el mayor espaldarazo internacional lo recibía al ser introducida en el programa de los Mundiales (1980 los hombres y 1902 las mujeres) y de los Juegos Olímpicos (2000 y 2012, respectivamente).

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