Así es el keirin menos conocido, el que se corre en Corea desde 1994

Escuchar la palabra keirin es asociarlo de forma inmediata con Japón. Sin embargo, hay un segundo país asiático en el que esta especialidad ciclista también tiene una notable implantación, aunque con características diferentes a la nipona. Nos referimos a Corea, que incluso cuenta con un Grand Prix, desde 2006, y que tendrá lugar este año del 29 al 31.

Interior del Gwangmyeong Speedome

El keirin coreano también nació fruto de la necesidad, aunque en este caso no para ayudar a la reconstrucción de un país asolado, sino simplemente para dar uso al velódromo olímpico de Jamsil, escenario de las competiciones de pista de los Juegos Olímpicos de 1988.

Eso sí, también fue necesario promulgar una Ley de Carreras de Bicicletas a través del Ministerio de Deportes y Juventud, que posibilitara las apuestas como forma para garantizar la sostenibilidad económica. Y como en Japón, no exenta de polémica porque las apuestas tampoco son bien vistas, lo que se plasmó en unas normas más restrictivas aún: solamente se pueden realizar en el velódromo o en unas pocas casas de apuestas autorizadas, limitándose la cantidad que se puede apostar a 100.000 wones, unos 70 euros, así como el número de pruebas en las que se pueden hacer, y se prohíbe la difusión de las carreras por televisión.

El 15 de octubre de 1994 se ponía en marcha la nueva competición y, curiosamente, como forma de ‘picar’ a un Japón con el que hay más rivalidad que concomitancias, se remiten al origen ¡¡¡danés!!!! del keirin, ya que es cierto que en el país nórdico se celebraban unas pruebas muy similares a comienzos en el siglo XIX. También tiene una escuela de formación de donde salen los pilotos que tomarán parte en las distintas competiciones.

Jeong Jong-jin, con el característico maillot blanco y el 1

En febrero de 2006, el keirin se mudó del viejo recinto olímpico, a un escenario espectacular como el Gwangmyeong Speedome, un velódromo cubierto de 333,33 metros, con capacidad para 10.000 espectadores sentados y casi 30.000 en total, situado en esta localidad de 300.000 habitantes en la periferia de Seúl. Por cierto, allí se disputó el Mundial junior de 2014, donde estuvieron Xavier Cañellas y Marc Buades, acompañados de los técnicos Salvador Meliá y Sergi Escobar.

Volviendo al keirin, está bajo el control de la Fundación de Promoción de Deportes de Corea (KSPO), y también se celebran pruebas en los velódromos de Changwon y de Busan. Las competiciones se disputan los fines de semana, de viernes a domingo, con 16 carreras diarias, en las que intervienen siete corredores en liza, también con camisetas monocolores y culottes que sirven para distinguir la clase del corredor: B, A o S. Y con otro piloto en bicicleta, no en derny, conduciendo en las primeras vueltas.

El número de profesionales supera ampliamente el medio millar, muy inferior a los casi 2.500 que hay en Japón. Hablar de los grandes especialistas coreanos es hacerlo de Jeong Jong-jin, ganador del Gran Premio desde 2016 hasta 2019. Después de no celebrarse la prueba por el Covid en 2020 y de no competir en 2021, el piloto coreano hacía historia el año pasado con su quinto triunfo, por delante de Hae-min Jeong y Chae-bin Lim -ganador en 2021-, lo que le supuso un premio de 70 millones de wones, algo menos de 50.000 euros, una recompensa muy inferior a la que obtiene el ganador nipón, pero una suma respetable en todo caso. Y el derecho al uso del maillot blanco y el dorsal 1 toda la temporada siguiente. Y a diferencia del torneo japonés, aquí se disputa en tres días y al estilo copero del futbol, con distintas eliminatorias hasta dejar a los siete finalistas.

Las sinergias entre el keirin japonés y el coreano no son nada fáciles, quizás porque las relaciones entre ambos países tampoco lo son tras los muchos años de ocupación nipona de la península. En 2012 se creó un torneo, Nikkan Keirin, que enfrentaba a un grupo de especialistas de cada país, pero las diferentes normas, comenzando por las características líneas japonesas no tienen parangón en el keirin coreano, e incluso idioma, pero sobre todo las escasas apuestas, hicieron que la competición no pasase de 2017. No obstante, en el futuro el proyecto de internacionalización de DerbyWheel puede dar una nueva dimensión a esta disciplina ciclista… si la UCI no se sigue oponiendo.

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