La crisis de la velocidad femenina australiana, vista por Lynne Munro, su responsable, que trabaja buscando un entorno específico para ellas

Corría el mes de marzo cuando Australia -fiel a su tradición de trabajar con tiempo- anunciaba su lista de corredores para los Juegos Olímpicos. Sin embargo, el aplazamiento de la cita de Tokio suponía una presión adicional, que se tradujo en que algunos ciclistas seleccionados no quisieran afrontar ese año más para ser olímpicos. Primero fue Amy Cure, a mediados de junio, la que dijo adiós, aunque la gran cantidad de fondistas ‘aussies’ de nivel hace presumir que no sea demasiado complicado cubrir esta ausencia.

Morton, en acción. Foto: UCI Track
Más problemático, sin embargo, se presume reemplazar a Stephanie Morton, que, a mediados de noviembre, con apenas 29 años, renunciaba a estar en Tokio 2021. Morton, junto a McCulloch, había ganado el Mundial de velocidad por equipos en 2019, siendo segundas en 2017 y 2020, aparte de otras tres platas en velocidad individual y un bronce en keirin.

Y es que, en la misma categoría que Morton -llamada allí Podium-, no hay ninguna velocista australiana, mientras que en el segundo nivel, la Podium Potential Academy- solamente está Kristina Clonan, de 22 años, protagonista de una curiosa historia, ya que hasta hace dos temporadas corría como fondista, pero se ha pasado a la velocidad y con notable éxito, ya que en el reciente Nacional australiano se llevaba los cuatro oros en liza en las pruebas cortas, pero ¿suficiente para entrar en el equipo olímpico de Tokio? Porque suplir a Morton con las mismas garantías de estar luchando por las medallas parece imposible.

Esta semana, la web australiana ABC publicaba un reportaje sobre la crisis de la velocidad femenina en aquel país, que, con diferentes variantes y matices, también se ha vivido en países como Gran Bretaña, Francia, España o Nueva Zelanda. "Como ciclista de velocidad, sé lo genial que es, pero ¿por qué no todos los demás se dan cuenta de eso?", comentaba Morton.

Lynne Munro, en su perfil de Twitter
Pero lo verdaderamente interesante es el punto de vista de la máxima responsable desde julio del programa, Lynne Munro, quien indicaba que “estamos buscando construir un entorno que sea específicamente para las atletas femeninas”, comentando que es demasiado simplista trasponer a las mujeres a entornos de entrenamiento que se han desarrollado para hombres durante cien años o más. Y por ello se pregunta si es la situación ideal: “¿Podríamos crear un entorno que se base en lo que las mujeres realmente necesitan para prosperar? Comprendamos profundamente cómo atraemos, retenemos y apoyamos a las mujeres, para que en realidad no tengan límites para lograr sus aspiraciones”.

Por ello, Munro intenta “comprender a un nivel más profundo las barreras que enfrentan, comprender los desafíos que tienen como mujer y como atleta", pero partiendo de un escalón quizá más elevado, "personas que sean excepcionales, que sean atípicas", atletas poderosas que quieran volverse aún más poderosas. "Es algo positivo que las mujeres sean fuertes y creo que hemos rehuido esa imagen por un tiempo", indica.

Este es el desafío que se ha planteado, con la vista puesta en París 2024, donde -como ya bien sabemos- el número de mujeres velocistas se equiparará al de los hombres. Y todo ello con una perspectiva científica que parta de cero. "La investigación que existe en términos de revistas revisadas por pares, se basa principalmente en atletas masculinos. De hecho, tenemos que hacer una investigación específica para las mujeres y comprender cuáles deben ser las prácticas de las mujeres”.

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